El PP gana las generales en la provincia de Madrid desde 1993 (ya lo hizo en 1989, pero con empate en diputados). Y las municipales de la capital desde dos años antes. Pero el auténtico corrimiento de tierras tuvo lugar en 1995, cuando el PP de José María Aznar ganó las municipales y las autonómicas y conquistó las alcaldías de todas las capitales provinciales, excepto las catalanas, A Coruña y San Sebastián. Desde entonces, el partido ha afianzando su dominio en la comunidad y en el ayuntamiento.

El 22-M no parece que las cosas vayan a cambiar. Según el CIS, Esperanza Aguirre va a incrementar su mayoría absoluta: el 52,1% de los votos y 75 diputados frente los 67 actuales (los escaños de la Asamblea de Madrid aumentan). El PSOE se conformará con el 28,4% de los votos y 41 diputados (uno menos) e IU tendrá 13 (dos más). En el ayuntamiento se repetirá con pocas variaciones el resultado del 2007, que dio a Alberto Ruiz-Gallardón la mayoría absoluta. Y según el CIS, tanto Aguirre como Gallardón tendrán una ventaja sobre sus contrincantes socialistas --Tomás Gómez y Jaime Lissavetzky, respectivamente-- de unos 34 puntos. Una diferencia abismal que hace pensar que todo está sentenciado y que la capital de España solo vota a la derecha, ya sea desacomplejada (Aguirre) o edulcorada (Gallardón).

Las tripas de la encuesta no son mejores para los socialistas. La gestión de Aguirre tiene un margen de confianza confortable (seis puntos), aunque inferior al de José María Barreda en Castilla-La Mancha (18). El 79,1% de los sondeados creen que ganará Aguirre y el 36% lo desean, frente a solo el 22% que preferirían al PSOE. La candidata del PP es más conocida que Gómez y logra mejor nota (5,32 frente a 4,23). Y tanto Aguirre como Gallardón tienen una ventaja de 20 puntos en la preferencia directa para presidente o alcalde.

Peleas sin coste electoral

Pero los estrategas socialistas no se rinden. En Madrid capital subrayan que Lissavetzky, secretario de Estado de Deportes, tiene una valoración algo más alta que Gallardón (4,91 frente a 4,86), aunque ello parece deberse a que el alcalde recibe el castigo de los electores más a la derecha del PP (los forofos de Aguirre), que de todas formas lo votarán disciplinadamente el día 22. Solo así se puede entender que los encontronazos continuos entre Aguirre y Gallardón desde el 2003 --por ejemplo, la disputa del 2004 sobre la presidencia del partido en Madrid, en la que Aguirre arrasó-- no hayan tenido coste electoral para ninguno en las elecciones del 2007. Por no mencionar el veto de Aguirre a que Gallardón ocupara la segunda posición en la lista de Madrid para las generales del 2008.

Respecto a la comunidad, en los últimos días ha crecido el optimismo entre los estrategas de Gómez, los que en otoño del 2010 ganaron las primarias a la candidata oficialista, Trinidad Jiménez, hoy ministra de Exteriores. Con un discurso socialdemócrata clásico, redistributivo, Gómez ataca a la política liberalizadora de los servicios públicos. Hace unos días ganó el debate de Telemadrid, que tuvo una audiencia de unas 250.000 personas. Los debates no deciden el voto, pero indican el espíritu de una campaña y Gómez transmitió energía y ganas contra una Aguirre a la defensiva.

Pero para los tácticos del socialista, la clave no es ganar a Aguirre --casi imposible--, sino volver a los resultados del 2003, cuando el PP logró algo menos del 47% de los votos y perdió la mayoría absoluta. Entonces fue necesaria la misteriosa aparición de dos tránsfugas del PSOE --el famoso tamayazo-- para que el candidato del PSOE, Rafael Simancas, no fuera investido y se repitieran los comicios, en los que Aguirre recuperó la mayoría absoluta. Si ahora Aguirre la volviera a perder --tendría que bajar unos cinco puntos respecto al 52% que le atribuye el CIS--, Gómez, que ya dio la sorpresa al ganar las primarias, daría su segunda campanada. Parece imposible, pero sus seguidores recalcan que nunca ha perdido una elección, ni en el Ayuntamiento de Parla ni en las primarias.

Un traspiés de Aguirre --que lograse solo el 45% que obtuvo el PP madrileño en las generales del 2004-- sería un mal indicio para su partido cara al 2012. Y un gran éxito en Madrid y unos discretos resultados en España --derrota en Castilla-La Mancha y Sevilla y que Francisco Alvarez-Cascos adelantara al PP en Asturias-- podrían reabrir la batalla del liderazgo de la derecha. Aguirre y Gallardón ganarán ampliamente. Si no es con mayoría absoluta, malo. Pero la victoria aplastante de Aguirre tampoco garantiza la estabilidad del PP. Porque la lideresa es, como diría José María Pemán, la divina impaciente.