Cuando en junio del próximo año Juan Carlos Rodríguez Ibarra ceda los trastos a su sucesor en la Presidencia de la Junta de Extremadura, habrán pasado 24 años desde que accedió por primera vez a este cargo. Casi media vida, porque para entonces contará con 59 años y cinco meses. Sin embargo, su contacto con los cargos de la política regional había arrancado cinco años antes, en 1978, cuando formó parte de aquella Junta preautonómica como consejero de Sanidad.

Un año después, ya sin ocupar puesto de poder preautonómico pero sí como diputado socialista --había ingresado en el PSOE a los 28 años, poco después de la muerte de Franco-- en el Congreso, se produce un acontecimiento que desde entonces queda vinculado a su leyenda: en mayo de 1979 encabeza la primera manifestación contra la apertura de la central nuclear de Valdecaballeros.

Esta actuación, que culminó con la decisión del Gobierno central de no abrir finalmente la central, fue esgrimida repetidamente como demostración de la defensa a ultranza del interés extremeño.

Reaparece en la escena institucional extremeña en 1982, en diciembre, cuando protagoniza lo que para unos es un hábil golpe de mano y para otros una maniobra poco ética y es elegido presidente preautonómico frente al ucedista Juan Bazaga. Esto le permite guiar el proceso de gestación del primer Estatuto de Autonomía, que culmina en febrero de 1983.

Primera mayoríaabsoluta en 1983

Ese mismo año, en mayo son las primeras elecciones autonómicas. Ibarra logra su primera mayoría absoluta, con 35 diputados frente a los 20 de Coalición Popular. Es época de montar toda una estructura descentralizada aún con pocas competencias y de legitimar ante los propios extremeños la conveniencia de un poder autonómico.

En 1987 vuelve a lograr mayoría absoluta sin apenas desgaste, al perder un solo diputado, mientras Alianza Popular queda en 17. De este mandato forman parte cuestiones como el Plan Regional de Carreteras, dotado con más de 51.000 millones de pesetas, el acuerdo con sindicatos y patronal para el fomento del empleo, los primeros vuelos civiles desde Talavera y el primer pronunciamiento hispano-luso para que el AVE Madrid-Lisboa pase por Badajoz.

Además, en 1988 es elegido secretario general de los socialistas extremeños, cargo que ha revalidado sin ninguna oposición interna desde entonces.

Distancia con la políticade Felipe González

De puertas afuera, son los años en que se gesta la división socialista entre felipistas y guerristas, e Ibarra se alinea con este último sector.

También comienzan a aflorar a nivel nacional cuestiones que salpican al PSOE, como los casos Roldán, Guerra, o los primeros indicios del GAL y los fondos reservados.

Precisamente, Alfonso Guerra elige Extremadura como escenario para, en 1991, anunciar su dimisión como vicepresidente del Gobierno.

La situación interna de su partido no parece afectar la trayectoria de Ibarra en la región, donde para entonces ya eran palpables los resultados beneficiosos en forma de inversiones de la entrada de España en la UE que se produjo cinco años antes.

En mayo del 91, Rodríguez Ibarra logra los mejores resultados electorales de su vida, con 39 escaños, dejando al PP en 19. Meses después el Gobierno anuncia que la apertura de Valdecaballeros se aplaza, al menos, hasta el 2000.

De esta legislatura destacan la asunción de nuevas competencias (33 en total) y medidas como la expropiación de las fincas Cabra Alta y Cabra Baja, propiedad de la duquesa de Alba, que darían lugar a un larguísimo proceso judicial que se sustanciaría una década después con un justiprecio superior a lo que la Casa de Alba demandaba en las primeras negociaciones de compraventa.

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