Cada mes de julio en Mérida se abre el telón del Festival de Teatro Clasico, pero lo que últimamente parece que no se abre tanto es la caja que deja el desarrollo durante casi dos meses de este emblemático evento cultural que atrae a la capital extremeña a miles de visitantes. El Gobierno extremeño viene denunciando la "opacidad" en la gestión económica que mantienen los responsables de la gerencia, sobre todo Pedro Salguero, gerente del Festival, con contrato hasta noviembre, al que señala como la persona que a día de hoy aún no le ha facilitado la deuda de esta cita cultural anual. Por ello, la consejera de Educación y Cultura, Trinidad Nogales, anunció ayer que el servicio de Intervención de la Consejería de Economía y Hacienda va a proceder a fiscalizar las cuentas "para conocer su estado económico real y la deuda, para, a partir, de ahí reinventar el Festival". Solo en la última edición (la 57), y según los datos de la propia gerencia, obtuvo un déficit de 773.223 euros, únicamente por la recaudación en taquilla, pero eso no significa que el agujero económico acabe ahí, aclara la Junta, ya que desconoce las cuentas no solo de esta edición, sino de anteriores.

En la "intensa y fructífera" reunión de ayer de la Comisión Ejecutiva del Festival de Teatro Clásico de Mérida no se aceptó la documentación presentada por el gerente del Festival porque "es parcial y tiene muchos defectos de forma y porque los papeles que se nos han presentado no nos parecen los adecuados", de ahí la necesidad de fiscalizar las cuentas "en pro de la transparencia y claridad" de una cita por la que la Junta "hace una apuesta firme y segura", reiteró Nogales. "No les quepa la menor duda que la responsabilidad va a recaer sobre la gestión inadecuada", señaló al ser preguntada por si va a recaer alguna responsabilidad sobre Salguero si se comprueba que ha cometido alguna irregularidad; lo que ocurre, matizó, es que la Administración regional tiene unos mecanismos de fiscalización que "no son tan inmediatos como los de la empresa privada". En todo caso, apuntó que es la Intervención General quien decide si "eso es objeto de alguna responsabilidad o no".

Una de las razones apuntadas por Nogales como la causa de ese déficit es que en esta última edición uno de cada cuatro espectadores ha sido invitado y no pasaba por taquilla, cuestión esta sobre la que "hay que reflexionar de cara al futuro", comentó. Y es que, según la documentación facilitada ayer por la Consejería de Educación y Cultura recabados por la propia gerencia, la recaudación final fue de 1.216.579 euros, cuando la previsión era de 1.989.802. El mayor desfase se produjo en los espectáculos previstos en la Alcazaba árabe de Mérida, con unas pérdidas de 425.674 euros y unos ingresos en taquilla de tan solo 78.325 euros. Considerable también fueron las pérdidas económicas por las obras en el teatro romano, ya que de los 1.485.802 euros previstos se recaudaron 1.138.253.

SÓLO 102 DE PAGO

Nogales insistió en que "no se puede alcanzar la financiación adecuada si casi uno de cada cuatro espectadores son invitados", y puso como ejemplo el monólogo de Isabel Sánchez-Félix desarrollado en la Alcazaba, donde sólo hubo 102 entradas de pago y 1.156 invitados.

Estas son solo algunas de las cuestiones por las que "es necesaria esa fiscalización para conocer el estado real de las cuentas". Una vez que el Gobierno extremeño y el Consejo Rector del Festival las tengan en su poder "hay que reinventar el Festival", recalcó, siempre dejando claro que "el sello Mérida tiene que seguir siendo un sello de excelencia, pero tiene que someterse a la fiscalización pública y a su control en pro de la transparencia y claridad", argumentó la consejera.

A su juicio, "el Festival necesita una financiación, y la financiación mayor es la taquilla", por lo que "no se puede alcanzar en algunos formatos que casi uno de cada cuatro espectadores sean invitados, al margen de protocolos y normas habituales "en este tipo de eventos".

Se trata de configurar una cita "sostenible" económicamente, y esa falta de información "es el mayor enemigo que tiene el Festival", ya que "si no sabemos de dónde partimos, difícilmente vamos a poder encauzar una vía ed futuro", sentenció Nogales.