Antonio Durán vive cada fin de semana el infierno del ocio. No es que a él no le guste divertirse, pero le gusta más descansar, lo que le resulta casi imposible de jueves a domingo. En su guerra contra el ruido influye decisivamente el incumplimiento de los horarios de cierre de los locales que le hace también incumplir sus horas de sueño. Pero no es una batalla que Durán lidia solo. Desde hace un año preside una asociación, Cacereños contra el ruido, de la que forman parte los vecinos de las zonas de marcha de Cáceres con el objetivo de frenar la contaminación acústica.

Su respuesta a por qué se incumple la ley en repetidas ocasiones en este sentido es clara: "el principal problema es la permisividad con los horarios. Es lo más grave". En el caso de Cáceres, según Durán el incumplimiento es generalizado. "No tenemos inconveniente en que los horarios se amplíen pero que lo locales no estén bajo nuestras casas", explica.

Esa es la solución que el presidente de este colectivo que sufre las consecuencias de que se burle lo estipulado: "sacar los locales de los hogares". Bueno, esa y "hacer cumplir la ley". Durán pone un ejemplo: "He denunciado en alguna ocasión a uno de los locales de La Madrila que más me tortura a mí. El ayuntamiento dice que ya tiene 16 expedientes de sanción abiertos a este local, pero que son faltas leves y no puede proceder al cierre que pedimos". Ante este caso, parece que es la propia Administración la que tampoco cumple las leyes, puesto que la comisión de tres faltas leves, "que deben resolverse en el plazo de un mes", podrían llevar al cierre temporal.

Si el local se cierra tarde, la gente sale a la calle más tarde y las horas de sueño de Antonio y otros vecinos se reducen. "Hay que tomar soluciones valientes. Igual que se ha hecho con las multas de tráfico, han sido más estrictos y los accidentes están bajando".