Desde que en los años 70 partió hacia Madrid, este investigador del CSIC ha hecho de la dehesa su principal laboratorio de trabajo, cuyos resultados ha exportado a todo el mundo para promocionar un recurso natural cada vez más apreciado por su sostenibilidad. En su intervención quiso recordar la labor de los investigadores, que dijo no siempre es reconocida en toda su magnitud por la sociedad.

Confesó que el reconocimiento tiene para él "una gran carga emocional", por el valor añadido que supone premiar el trabajo de un científico que se ignora "por razones complejas".

Por ello, fue principalmente a sus compañeros de profesión, y especialmente a todos aquellos con los que ha compartido trabajos de investigación sobre la economía que ofrecen los recursos naturales, a quienes dedicó la máxima distinción que concede Extremadura. Uno de ellos, su "maestro", José Manuel Arido, estuvo presente en el acto.