Tengo dos hijas adolescentes y pensé en ellas, en su futuro, en que no quiero que vivan las mismas injusticias que yo, que sufran lo mismo. Por eso di el paso. A pesar del miedo, que lo seguimos teniendo, a las consecuencias. A pesar de estar en el punto de mira, a pesar del temor a que nos despidan», reflexiona Montserrat Segura, de 46 años y limpiadora en el hospital Perpetuo Socorro de Badajoz. «Es que nos sentíamos como si valiéramos menos, haciendo mucho más».

Su historia en un clásico en el mercado laboral: mujer de mediana edad que sufre discriminación salarial, lo que se traduce en un empleo precario. Su trabajo implica la recogida de residuos sanitarios como jeringuillas, gasas, material quirúrgico..., lo que obliga a la empresa a abonarle un plus de toxicidad y peligrosidad. Pero ese complemento extra que le pertenece nunca lo ha cobrado, ni ella ni sus compañeras. Sin embargo, sí lo reciben sus compañeros, quienes además realizan labores con un riesgo menor. ¿La diferencia económica? Hasta un 30% del sueldo, unos 215 euros en cada nómina.

De manera que Montserrat y otras cuatro trabajadoras decidieron echarse hacia adelante y presentar una demanda. Se unieron Antonia Correa, de 51 años (25 trabajando en el hospital); María Dolores Trinidad, de 35 años (10 en el hospital); María Márquez, de 59 años (30 en el hospital); y su hermana María de los Ángeles Segura, de 54 años (35 en el hospital).

En realidad son 15 las afectadas y sabían que si el grupo era mayor, mayor sería la fuerza.

SITUACIÓN HEREDADA

Tal y como ya adelantó EL PERIÓDICO EXTREMADURA, la justicia condenó a las empresas responsables, Palicrisa y Eulen (que absorbió a la primera) por haber estado llevando a cabo esta práctica durante casi 35 años en algunos de los casos. Aún no hay sentencia firme y falta un recurso por resolver, pero de momento la balanza está de parte de ellas.

La situación de discriminación salarial se inició con Palicrisa (una empresa con sede en Badajoz) y esas mismas condiciones laborales las heredó después Eulen (una firma internacional con delegación en Extremadura).

Hasta que no acabe el proceso (si no hay cambios), no se aplicará la condena a ambas responsables (lo que implica indemnizaciones), pero la victoria que ellas sienten va más allá. «Es una absoluta satisfacción, porque nunca te atreves a dar el paso, y cuando lo haces ves que tienes razón. Y eso te da mucha fuerza».

UNA PUERTA ABIERTA

Además, sabe que ella y sus compañeras han abierto una puerta para que las demás afectadas también acudan a los tribunales y puedan ganar su propia batalla. De hecho, habrá, en breve, más procesos judiciales.

Montserrat hace 14 años que trabaja en el servicio de limpieza del Perpetuo Socorro de Badajoz, que es el mismo tiempo que ha estado sufriendo discriminación salarial «por el simple hecho de ser mujer, ni más ni menos». «No hay otra explicación, porque es que hacemos más que ellos».

«Y ahora encima -explica- los comités de empresa van a pedir que se suba un 2% la cuantía de ese plus de toxicidad que ellos cobran... mientras nosotras tenemos que continuar esperando que se acabe el proceso, porque de momento seguimos igual que antes con respecto a las condiciones laborales».

Esa es la parte negativa, pero se impone la positiva: su demanda ha asentado un precedente.