"Me llamo Yahia Achouri, nací en Oujda (Marruecos) y llegué a España en una patera hace 10 años. Me instalé en Cartagena y empecé con empleos ilegales: asear establos, recoger lechugas- Cuando regulé mi situación encadené contratos: limpiando chimeneas industriales, como peón de la construcción, siempre colgado de un arnés o de un andamio. Pero ahora que llevo un año en paro me siento colgado de verdad. Es como si acabara de desembarcar de nuevo de la patera. Este invierno no he podido comprar leña y en mi casa hace más frío que en las aguas del Estrecho.

Ahora cobro la ayuda de 426 euros. Solo en alquiler gasto 350 euros, pero me consuelo pensando que el sueldo medio en Oujda no pasa de 150. Mi mujer se llama Fátima y tiene 28 años. Tenemos una hija, Nora, de 11 años, y un hijo, Mohamed, de 4. Justo el día que se me acabó el paro supe que Fátima se había quedado embarazada otra vez. Me lo dijo llorando, y yo lo dije que Alá no nos abandonará. El otro día celebramos el cumpleaños de Mohamed con alegría (foto). Los vecinos nos regalaron la tarta y los globos. Hace tres semanas me llamaron para trabajar como vigilante en una piscina pública que están construyendo. Entro a las cinco de la tarde y salgo a las nueve de la mañana. Me pagan en negro, 30 euros por jornada. Por la noche me aburro, estoy solo, pero por la tarde hablo con un jardinero muy gracioso. El otro día me contó un chiste. Dos marroquís entablan una conversación: --¿Sabes que he encontrado trabajo? --¿Ah sí? ¿Dónde? --En Al Qaeda. --Ten cuidado, que ahí te explotan.".