El proceso para el fin del terrorismo ha estado lleno de altibajos y contradicciones desde su inicio. La declaración del alto el fuego permanente anunciado por ETA el 22 de marzo pasado no ha impedido a la organización terrorista reabastecerse de dinero y munición y aprovechar el tiempo para reorganizarse. Para el Gobierno, las conversaciones de sus delegados con representantes de la banda tampoco han evitado que la policía continuase deteniendo activistas. Ni que la Audiencia Nacional siguiera juzgando y condenando reos. Ni que París extraditase fugitivos.

A lo largo de estos nueve meses, los contactos secretos y esporádicos entre enviados del Gobierno y ETA han convivido tanto con la detención de 28 etarras --18 de ellos en Francia-- como con la intensificación de la kale borroka y las constantes condenas de dirigentes del PP a cualquier tipo de contactos con representantes de lo que denominan "ETA-Batasuna".

Apoyos y rechazos

Zapatero ha contado en todo momento con el respaldo más o menos incondicional de la mayoría de los grupos de la oposición, del Ejecutivo tripartito de Vitoria y de la patronal vasca. En las Cortes ha tenido que enfrentarse nada más --y nada menos-- que con el rechazo del PP, que, fuera del hemiciclo, ha sido auxiliado en su cruzada contra el diálogo por las manifestaciones organizadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y medios de comunicación como El Mundo y la COPE.

La negativa de Batasuna a condenar la violencia etarra y adecuar sus estatutos a la ley de partidos, no ha ayudado a desbrozar el "largo, duro y difícil" camino hacia la normalización de Euskadi. Tampoco lo ha allanado la insistencia de la izquierda aberzale en introducir en la aún no formada mesa de partidos el debate sobre la autodeterminación ni discutir sobre la posible unión de Navarra y Euskadi.

Desestabilización

Uno de los fallos más desestabilizadores fue la condena a Iñaki de Juana Chaos a 12 años y 7 meses de cárcel por un delito de amenazas. De Juana, que ya había cumplido condena por varios asesinatos y tenía que salir en libertad, inició una huelga de hambre que lo ha llevado a las puertas de la muerte.

Los vaivenes y las paradojas han sido constantes. Las palabras han ido por un lado; los hechos, por el contrario. Mientras el obispo Juan María Uriarte --mediador en una anterior tregua-- pronosticaba con gozo que "la paz está más cerca que nunca", la Gendarmería detenía a tres etarras acusados de robar coches y explosivos en el sur de Francia. Una semana después de que tres diarios vascos informasen de una reunión secreta "en un país europeo" entre etarras y delegados gubernamentales, la Ertzaintza descubrió un zulo recién cavado en un bosque de Amorebieta. Contenía 60 kilos de sustancias para explosivos. Quizás las mismas que las usadas el sábado en Barajas.