El proceso por el que los paneles solares transforman la luz solar en energía eléctrica se realiza mediante la utilización de unos paneles compuestos por metales sensibles a la luz que desprenden electrones, pudiendo incluso utilizarse en días nublados.

Además de su conexión a la red de alta tensión, este tipo de energía puede utilizarse directamente para el funcionamiento de todo tipo de aparatos que requiere de la energía eléctrica para su normal funcionamiento.

Este sistema de producción energética posee un gran valor medioambiental, ya que no produce emisiones de dióxido de carbono ni otros gases contaminantes. Tampoco genera ruido ni residuos, y para su funcionamiento no requiere la utilización de ningún combustible.

Aunque su principal inconveniente es su elevado coste de instalación, la energía solar fotovoltaica tiene otras ventajas complementarias, como es su fácil instalación y mantenimiento, con una vida útil que puede alcanzar los 30 años.