"Toda la vida han estado enfrentados, aunque se han criado juntos, en la misma calle", comentaban ayer los vecinos de José Antonio El Cano y Carlos El Pesadilla , los dos jóvenes que la noche del domingo protagonizaron uno de los hechos más trágicos de la historia reciente de Talavera La Real. "Ha sido una desgracia para el pueblo, yo tengo 42 años y nunca he visto aquí algo parecido", explicaba conmocionada Margarita Becerra.

La muerte de El Cano , apodado así por lo rubio que era, tras ser apuñalado por El Pesadilla a las puertas de su casa, consternó a esta localidad de 5.200 habitantes, sobre todo a los de la calle Julián Besteiro, en el barrio de la Aldea del Conde, que acostumbrados a las disputas de los muchachos lo consideraban "cosas de críos". Aunque reconocieron que "el viernes tuvieron una riña muy fuerte, intervino incluso la Guardia Civil". Según los vecinos, ambos se amenazaron y El Pesadilla utilizó un cuchillo jamonero. "También el sábado tuvieron un encontronazo".

El entorno

Al parecer, detrás de las disputas de ambos subyacía "un asunto de pastillas", según algunos talaveranos. En lo que todos coincidieron es que El Pesadilla se había ganado su apodo a pulso.

"Siempre ha estado metido en problemas, era agresivo y muy dañino, y no respetaba ni a niños ni a mayores", comentaban en un corrillo un grupo de mujeres mayores. Una más joven apostilló: "asesino no es sólo el que mata sino también los que están a su alrededor". Según dijo, "sus padres le reían las gracias y se ponían de su parte, y así estaba el niño, que ha agredido en varias ocasiones a su familia". Sin embargo, la víctima y su familia tenían mejor fama entre el vecindario, "sus padres no se metían y él no era malo", decían de José Antonio.

En la calle Julián Besteiro permanecía ayer el rastro de sangre desde la puerta de la casa de El Pesadilla , en el número 21, hasta la puerta de El Cano , en el 11, donde los vecinos depositaron velas.

A sangre fría

Según testigos presenciales, sobre las once de la noche del domingo José Antonio discutía con el padre de Carlos en la puerta de éste, cuando El Pesadilla salió con una navaja "y se la clavó en el pecho a sangre fría". La víctima huyó tambaleándose en dirección a su casa y cayó poco antes de llegar, junto a unos setos, "su vecina María José lo ayudó a levantarse y su cuñado y otros jóvenes le trasladaron inmediatamente en un coche al centro de salud de Talavera".

En el corto trayecto hasta el centro de salud "no habló nada y cuando llegamos los sanitarios no pudieron ya salvarle la vida", comentaba uno de los que acompañó en sus últimos minutos a José Antonio.

Tras lo sucedido, la familia del agresor se encerró en la casa, y aunque hay quienes aseguran que el padre lo sacó por la puerta trasera y se lo llevó en el coche, la Guardia Civil lo detuvo en su domicilio, donde también encontraron el arma.

Sobre las cinco de la mañana, un grupo de desconocidos, al parecer jóvenes amigos del fallecido, la emprendieron con el coche del padre del agresor, un Citroen AX blanco, al que reventaron a pedradas todos los cristales y destrozaron la parte trasera, ante la rabia por la muerte de su amigo.

José Antonio, que trabajaba con los albañiles con su padre, tiene una hermana, mientras que Carlos se dedicaba a la recogida de frutas y tiene cuatro hermanas. Ayer, el lugar donde han vivido era el objetivo de los medios de comunicación, que hallaron sus casas cerradas: uno se encontraba en el tanatorio del Hospital Infanta Cristina y el otro en las dependencias de la Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz.