Cada vez hay más personas que se la juegan en Extremadura. El descenso en la recaudación de los juegos de azar no sigue la misma tendencia que la cifra de jugadores, que se mantiene muy alta. Más de 200.000 extremeños tienen problemas de adicción --el 2% de la población-- y de ellos muchos son jugadores patológicos, es decir, ludópatas. El resto, se denominan jugadores sociales --gastan una cierta cantidad de dinero en el juego y nunca pasan de ahí-- o jugadores problemas --a esa cantidad le añaden más porque nunca se quedan satisfechos--.

El problema, lejos de frenarse se está extendiendo entre los jóvenes y las amas de casa, según indican desde la Asociación Cacereña de Jugadores en Rehabilitación (Acajer), que en alguna ocasión ha llegado a realizar terapias en las que han participado medio centenar de personas, entre familiares y enfermos.

Desde la asociación advierten de que la ludopatía aparece cada vez a edades más tempranas y ya hay jóvenes de 16 años que precisan rehabilitación, o universitarios que han pedido ayuda tras gastarse el dinero de su beca en el juego.

Las máquinas tragaperras son las que mayor número de adicciones producen, seguidas de los bingos. La diferencia de jugar en uno u otro, asegura el presidente de Acajer, José Alberto Juan, es la necesidad de hacerlo en solitario o de buscar sitios con gente y la inmediatez que tienen los premios de las tragaperras.

Pero a pesar de que el problema crece, la infraestructura para solucionarlo es reducida. Actualmente sólo existen tres asociaciones para rehabilitación de jugadores, en Cáceres, Plasencia y Almendralejo que son las que atienden a los ludópatas de toda la región.