Las floraciones han cambiado en los últimos 50 años y las producciones son más ultraintensivas: antes con menos colmenas se cosechaba más miel y ahora los gastos se disparan porque para obtener una producción similar se requieren más colmenas. Está la proliferación de explotaciones y de colmenas, la competencia exterior, las amenazas de las plagas... En la situación del sector hay nuevos interrogantes y las principales organizaciones agrarias alertan ya de que hay que replantear el futuro de la apicultura.

«Va haciendo falta una readaptación del sector porque se está incrementando la densidad de colmenas y eso está conllevando más competitividad», advierte el dirigente de Apag Asaja, Juan Metidieri. Alerta de que Extremadura tiene más producción y de que ese incremento y la competencia de las mieles internacionales, «están provocando una caída del precio», que está complicando la situación en el sector y que plantea la necesidad de repensar el futuro. Junto a eso, reclama además a las administraciones una ley del etiquetado que defina claramente la procedencia y el porcentaje de las mieles que se mezclan, para que el consumidor conozca de dónde procede lo que está adquiriendo en los lineales.

Desde UPA UCE también apelan a replantear el futuro de la apicultura en Extremadura para que sea sostenible. La organización agraria ha lanzado una guía con recomendaciones para mitigar los efectos del cambio climático en la actividad apícola y en ella se incluyen medidas como la diversificación de la producción, la apuesta por el apiturismo o la movilidad de las colmenas. «El apiturismo, la apiterapia o las sesiones formativas en colegios sobre la actividad apícola, son alternativas muy interesantes para impulsar este sector», señala el responsable de Apicultura de la organización, Antonio Prieto. Junto a eso, el dirigente propone «potenciar» la formación y asesoramiento sobre el desarrollo del sector apícola para «poder seguir siendo competitivos».