Impuesto revolucionario. Esa era la denominación coloquial. En el argot de los tomateros de Montijo, Miajadas o Villanueva de la Serena, el descuento ilegal que aplicaban algunas industrias transformadoras sobre el precio oficial que marcaba la UE era conocido, aceptado a regañadientes, y se había convertido en una práctica habitual dependiendo de las condiciones de la campaña. Así lo han confirmado a EL PERIODICO EXTREMADURA seis agricultores extremeños que vendieron mercancía en estas condiciones. "Sabíamos que nos robaban, que se quedaban con nuestro dinero, pero si no aceptábamos no teníamos cómo colocar el tomate", declaró ayer a este diario un tomatero que durante tres años consecutivos vendió en estas condiciones a una de las empresas implicadas en el presunto fraude.

Todos ellos aseguran que no tenían más remedio que aceptar las condiciones leoninas de las transformadoras porque, de lo contrario, no les compraban el tomate. "Era mejor tragar y callarse, a pesar de que sabíamos que esto era una ilegalidad", asegura otro de ellos.

PRACTICA HABITUAL

Según las fuentes consultadas, el engaño se había convertido en una practica habitual y afectaba a cientos de tomateros que, año tras año, tenían que pasar por el aro a falta de una alternativa mejor.

De la misma forma, un extrabajador de Transa ha confirmado punto por punto los delitos que se le imputan a los quince detenidos en la operación Tomba . "En la empresa todos sabíamos las irregularidades que se cometían en la compra de tomate, obligando a los agricultores a firmar una cantidad y cobrar otra inferior; y sabíamos los nombres de los que movían todo el cotarro, pero pensamos que nunca los pillarían por lo bien que lo tenían montado", ha declarado este exempleado de la zona de Vegas Altas que prefiere mantener el anonimato por temor a represalias.

Pero no sólo los agricultores eran conscientes de lo que estaba ocurriendo en el sector. El resto de las industrias, e incluso la patronal del tomate, sabían que algo se estaba cociendo , aunque según reconocen preferían no conocer todos los detalles. Uno de los dirigentes de otra empresa deja claro que "sólo han cometido fraude las tres industrias de las que se ha hablado, el resto no ha hecho nada ilegal". Tanto es así que las fuentes consultadas aseguran que una de las empresas implicadas, Sayco, les había ofrecido en varias ocasiones sus servicios, "pero sabíamos que algo no olía bien y preferimos no hacerles caso". Sin embargo, ahora temen que este caso salpique a todo el sector como hizo el lino.