Once y media de la mañana del pasado martes. Un punto de la N-630 a la salida de Cáceres en dirección a Mérida. Un Citroën Xsara acaba de pasar junto a un vehículo radar de la Guardia Civil a 85 kilómetros por hora cuando la limitación es 60. Unos cientos de metros más adelante el vehículo es detenido por los agentes, su conductor advertido de la infracción cometida y se le notifica la sanción. "Normalmente intentan disculparse y justificar el exceso de velocidad. Dicen ´es que llevo prisa, soy una persona prudente, he tenido un despiste´", comenta Miguel Acedo, un guardia civil de la patrulla que acaba de sancionar al conductor del Xsara.

Esta escena se repite con frecuencia en las carreteras extremeñas estos días con motivo de la campaña especial de control de velocidad que la Dirección General de Tráfico (DGT) desarrolla hasta este fin de semana. "Debido a estas campañas de la DGT, el personal va tomando cierta precaución", explica el capitán Agustín Merino, responsable de Tráfico en la provincia de Cáceres. "Cuando es por velocidad, el infractor reacciona bastante bien porque existe una prueba fehaciente, que es la fotografía, ante la que no hay mucho que oponer", explica el capitán.

El laboratorio fotográfico de la comandancia de Cáceres tiene las paredes llenas de imágenes captadas por radares. Un Peugeot a 130 kiómetros por hora en la N-521, un Mercedes a 236 en la A-5... "Ahora se usan más los radares digitales. Tienen cámaras con dos objetivos: un télex y un angular para sacar una foto del detalle (matrícula) y otra del escenario. Las dos fotos se le mandan al usuario", explica el cabo José Antonio Rubio. "Ahora tenemos buen material, pero esta es de las profesiones penosas. Si en carretera mueren cada año 5.000 personas en España y nosotros hacemos nuestro trabajo en la carretera, eso ya es un riesgo. Hay que trabajar muy a la defensiva y con 10 sentidos. Son muchos miles de kilómetros los que hacemos al mes", añade el cabo Rubio.

Los agentes se consideran muy mal pagados para el trabajo que realizan y son escépticos ante las promesas del Gobierno de mejora salarial. "Hay que aprender a ser muy correcto, muy diplomático, porque le vamos a decir al usuario que le vamos a rascar el bolsillo", explica Rubio. Según comenta el agente Alfonso, un operador de radar, el equipo siempre concede un pequeño margen a favor del conductor pero asegura que "en puntos que está limitado a 50 km/h se pasa a 120 y eso ya son velocidades temerarias". Niega que el objetivo sea multar por multar. "Lo importante muchas veces es que la sola presencia disuade de correr. El afán recaudatorio no existe".

El radar que está operando Alfonso está situado en el cruce del Ceres Golf. Es un Nissan y los conductores habituales de esta carretera lo conocen. "No se trata de esconderse --explica el cabo José Antonio Rubio--, ya que el que cae tiene que ser consciente de que es un infractor nato. Eso de esconderse pasó a la historia. Hoy día la mentalidad ha cambiado mucho".

Unos metros más adelante del radar, el agente Miguel Acedo detiene a los infractores y les notifica la sanción. "Hay que saber dirigirse al público con educación y respeto. Porque haya infringido el código de circulación no hay que dudar de su honorabilidad. Casi nunca tenemos problemas con el usuario. Por lo general, el comportamiento es correcto", relata Acedo. "Hemos visto de todo. Los accidentes es lo más desagradable de todo y eso no lo puedes evitar. Aun así, con nuestra labor se evitan muchos accidentes que no se ven. El usuario está tomando mucha conciencia", añade este guardia.

El cabo Rubio hace énfasis en que los agentes de Tráfico no viven para sancionar. "Es una profesión que tiene cosas muy gratas, como por ejemplo la satisfacción por el auxilio a una familia cuyo coche está averiado. Hace cuatro o cinco años tuvimos que asistir a una mujer que estaba de parto". Otra patrulla situada en la N-630 a la altura de Valdesalor recuerda: "Ayer estuvimos recogiendo ganado que había saltado a la carretera. Cubrimos todo tipo de eventualidades para garantizar la seguridad".

La DGT ha puesto en servicio más vehículos camuflados pero es algo que lleva funcionando "mucho tiempo" en Tráfico, según reconocen los propios agentes. Los agentes que los conducen aseguran que tienen una gran ventaja y es que su discreción permite detectar las "barbaridades" que algunos conductores cometen. "Lo que se detecta son grandes infracciones, como adelantamientos graves y distracciones", explica el cabo Rubio. Pero tiene su inconveniente. "Si te adelanta uno a 150 km/h tienes que correr más que él para alcanzarlo", explica un guardia.