Lleva 15 años gestionando la explotación agraria que heredó de su padre (ahora más grande) y nunca había visto una situación «tan trágica» como la que vive actualmente el campo extremeño. Herminio Íñiguez tiene una parcela de 200 hectáreas de frutales, tomates, arroz y maíz en Villanueva de la Serena y solo este año ha acumulado 80.000 euros en pérdidas. «Sobrevives recurriendo a los bancos», reconoce este agricultor e ingeniero agrónomo, presidente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Villanueva de la Serena (Agryga), uno de los más de 5.000 que secundó la protesta de Don Benito.

Otros no han tenido tanta suerte: «los que se dedicaban solo a la fruta están peor, conozco casos de personas que están totalmente arruinadas y trabajando para otros para poder pagar los créditos contraídos», explica Herminio. Desánimo y desesperación son las palabras que repite. Reconoce que tiene miedo, y también desconfianza. «Es el pan de nuestros hijos», recuerda. Atrás quedaron los tiempos en los que después de Agroexpo, los agricultores comenzaban con ilusión a mover la tierra y retomar las labores en el campo. Ahora, señala, están expectantes ante el inminente inicio de una campaña que arranca con muchas incertidumbres. La fundamental, saber si los precios se van a recuperar. «Movemos mucho dinero en costes y después de un año de trabajo tan duro, a final a duras penas sacas para cubrirlos», afirma.

Pone un ejemplo: producir un kilo de melocotón, nectarinas o ciruelas le ha costado este año una media de 33 céntimos, pero se ha liquidado a 17. En su caso han sido 35.000 kilos por los que ingresará 5.950 euros, cuando según sus cálculos deberían haber sido más de 12.000. Y no echa la culpa a las centrales hortofrutícolas. «Ellas no son nuestras enemigas, nos liquidan en función de los precios y ellas tampoco los conocen. Quien se lleva la diferencia está más arriba», asegura.

Herminio ha apostado por la diversificación de cultivos y eso, señala, le ha permitido compensar costes porque en el tomate las cosas van un poco mejor que en la fruta: el precio se conoce con antelación, aunque se salva porque hay que cultivar muchos kilos para que rente. En su caso, más de 82.000.