Carlos tiene 42 años y una niña muy tranquila, llamada Cristina, que nació hace un par de meses. Es su segundo hija y en el momento de hacer esta entrevista con EL PERIODICO exprimía las últimas horas de su permiso de paternidad. El día siguiente tenía que incorporarse al trabajo.

Este transportista de la comarca de La Vera reconoce que ha disfrutado como un niño de estas dos semanas de dedicación a su familia a jornada completa. "Es muy emocionante poder ir a recoger a tu hijo al colegio y ver la cara de felicidad que pone cuando se da cuenta de que hoy le has podido ir a buscar", comenta.

Como a tantos otros, en su caso el camión le mantiene aislado del pretendido objetivo de conciliar vida laboral y vida familiar, lo que le priva de este tipo de quehaceres diarios. "También al levantarte por la noche a dar el biberón a la niña. Cuando estás trabajando te cuesta un montón, porque te quita tiempo de descanso, pero ahora es un placer. Te levantas con toda las ganas del mundo", reitera.

Y es que ese ha sido su principal cometido durante los 15 días que disfrutó del permiso: atender a los niños y quitarle la mayor carga posible de trabajo doméstico a su mujer: "Estoy convencido de que a Salo esto le ha venido muy bien".

Bajo su punto de vista, el nuevo permiso de paternidad "es magnífico, aunque aún se queda corto. Es poco tiempo", apunta mientras pide a su hijo que no moleste tanto a la hermana. Y es que, en su opinión, este periodo debería llegar a igualarse en duración al de maternidad, es decir, que fuese de 16 semanas en lugar de dos: "Debería ser el mismo tiempo si de verdad queremos que haya igualdad". Aunque lo ve complicado: "El Gobierno quiere que en un año se pueda alcanzar el mes completo, pero no estoy yo muy seguro de que lo consigan, porque a los empresarios esto no les hace demasiada gracia", agrega.

Sin problemas

Ha sido la primera vez que se ha visto en el trance de tener que solicitar la ayuda. Cuando nació su primer hijo no dispuso de días de permiso. "Pero no he tenido ningún tipo de problema con la empresa. Les entregué la solicitud, me la firmaron y ya está. Aunque al principio sí que se quedaron un poco extrañados", explica en el salón de su casa.

A Carlos, que decidió esperar a que todos sus compañeros terminasen sus vacaciones estivales para poder acogerse al permiso y no crear así problemas a sus jefes, ahora tan solo le queda la esperanza de poder mejorar su horario laboral para poder pasar más tiempo con los suyos y, especialmente, ayudando a su esposa.