Lo dice el reglamento del Parlament, tanto el que estaba vigente hasta finales de julio como el que reformaron JxSí y la CUP para acelerar las leyes de ruptura: «Al inicio del periodo de sesiones» tras las vacaciones estivales, la Cámara debe celebrar un debate específico de política general para tratar la orientación del Govern en el curso venidero. Así ha sido siempre salvo que hubiera unas elecciones a la vuelta de la esquina... o, como ha ocurrido este año, la convocatoria de un referéndum (por muy suspendido que estuviera por el Constitucional). Por ahora, aquel maratoniano pleno en que se votaban centenares de resoluciones sobre cuestiones sociales y económicas deberá esperar. ¿A qué? No se sabe, pero el caso es que el Parlamento catalán está más en modo pause que la declaración unilateral de independencia interruptus que efectuó Puigdemont, si es que hizo una declaración de independencia.

El edificio lleva abierto oficialmente dos meses tras el parón del verano, pero su actividad política -que no la pecuniaria, porque las nóminas se siguen pagando- ha quedado reducida a la ínfima expresión. Con el debate de política general en el desván, el pasado mes de septiembre se celebró un solo pleno: durante dos días de infausto recuerdo por el espectáculo acontecido en el hemiciclo se acabaron aprobando la ley del referéndum, la ley de transitoriedad (también ahora congelada) y la creación de la sindicatura electoral. Antes de ello se celebró una estrambótica sesión de control al Govern y, después, se aprobaron mociones y proposiciones de ley y se ratificaron las conclusiones de la comisión de investigación sobre la operación Cataluña.

Desde entonces solo se ha celebrado otra sesión, la del 10 de octubre, aquella en la que se suponía que el Parlament debía asumir los resultados del 1-O y proclamar la independencia pero que acabó... nadie sabe muy bien cómo acabó, aunque con la DUI en vigor seguro que no. La Cámara lleva por tanto más de un mes sin celebrar una sesión de control al Ejecutivo de Junts pel Sí y todo apunta a que la oposición deberá esperar más. A mediados de septiembre, Ciutadans, el PSC, el PPC y Catalunya Sí que es Pot quisieron celebrar un pleno ordinario. Inicialmente, los grupos que dan apoyo al Gobierno catalán aceptaron la propuesta y decidieron poner fecha a la sesión, pero días después se echaron atrás e impusieron su mayoría en la Junta de Portavoces para vetar ese pleno alegando que no querían que este entorpeciera la campaña del referéndum del 1-O.

El bloque soberanista defiende que nunca se ha opuesto a que se celebren plenos; incluso arguye que el único que ha suspendido un pleno ha sido el TC, el del 9 de octubre, a propuesta del PSC por el temor a la DUI. Sin embargo, este lunes estaba previsto que la Junta de Portavoces convocara una sesión para hoy y mañana y no ha sido así por voluntad de JxSí y la CUP, que han preferido aplazarlo. ¿Hasta cuándo? Tampoco se sabe. Lo que sí se sabe es que los cupaires amenazaron con no ir más si sigue igual.