José María Aznar desveló ayer uno de los secretos mejor guardados de la crisis de Irak: la participación española en la guerra. El presidente del Gobierno anunció en el Congreso el envío de 900 soldados a la zona en misión de "apoyo humanitario" y una aportación adicional, que no precisó, para el proceso de "estabilización y normalización" de Irak en la posguerra. Recordó la oferta a la OTAN de seis aviones para defender a Turquía en caso de ataque iraquí.

Pese a haber copatrocinado la guerra, Aznar afirmó con satisfacción que España "no participará en misiones de ataque o de carácter ofensivo". "En consecuencia --añadió el presidente-- no habrá tropas españolas en el teatro de operaciones".

REFLEXION INTENSA

El presidente argumentó que las protestas ciudadanas habían influido en esta decisión. Dijo que el Gobierno ha "reflexionado mucho" y aseguró que "parte de las decisiones" adoptadas sobre la participación en la guerra se basaron en "el entendimiento de una atención profunda al sentimiento de la opinión pública". No aclaró si EEUU le había requerido tropas de ataque.

Aznar presentó el envío como una "obligación de solidaridad" con sus aliados. Los 900 efectivos, dijo, estarán repartidos entre un buque de dotación médica, una fragata de escolta y un petrolero de apoyo. En el buque irán expertos en desactivación de minas y explosivos, así como unidades contra la contaminación química, nuclear o biológica.

También negó que esa participación estuviera comprometida de antemano con George Bush y afirmó que la decisión la tomó ayer. El Consejo de Ministros aprobará el viernes el envío inmediato de la aportación militar, que casi duplica la de la guerra del Golfo de 1991 (550 efectivos).

El secretario general del Partido Socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, consideró un "sarcasmo" que José María Aznar hable de "ayuda humanitaria después de declarar la guerra" al pueblo iraquí.