Tras dos días de incertidumbre y de medias verdades, ayer se desveló el secreto mejor guardado por el Gobierno. Mientras el ministro del Interior, Angel Acebes, seguía acusando a ETA de la matanza del 11-M en Madrid, la policía detuvo a cinco sospechosos, tres marroquís y dos indios, relacionados con la red terrorista Al Qaeda. A última hora de la noche el Gobierno anunció que había recibido una cinta de vídeo, en la que un supuesto portavoz de Al Qaeda en Europa reivindicaba el atentado, informó Europa Press.

Bajo este impacto, y con la convicción de que la violencia integrista ha golpeado a España por haber apoyado la guerra de Irak, 34 millones de votantes están llamados hoy a las urnas en unas elecciones generales marcadas como nunca por la amenaza terrorista.

España vivió ayer la jornada de reflexión electoral más crispada desde la reinstauración de la democracia. Pasadas las ocho de la tarde, mientras miles de españoles protestaban frente a las sedes del PP por el oscurantismo del Gobierno, el ministro Acebes anunció al fin la captura de cinco terroristas islámicos supuestamente relacionados con Al Qaeda, acusados de cooperar con los autores de los atentados.

A tres de los detenidos, nacidos en Marruecos, se les vincula al Grupo Islámico Combatiente Marroquí. Según todos los indicios, esta organización salafista, ligada a Al Qaeda, es responsable de los atentados de Casablanca en mayo del 2003, que costaron la vida a cuatro españoles.

La pista del móvil

Los cinco detenidos están acusados de participar en la venta y falsificación del móvil y la tarjeta prepago hallados en una de la bolsas bomba que no llegó a estallar el jueves en la estación de Atocha. Dos españoles de origen indio fueron citados a declarar y se entregaron voluntariamente a la policía, que al cierre de esta edición no los había arrestado.

Pese a estas evidencias, anoche Acebes se empeñó en no dar por seguro que Al Qaeda hubiera cometido la masacre del 11-M, e incluso se negó a excluir la participación de ETA. Rehén de sus palabras del jueves por la mañana, cuando en caliente achacó la masacre a ETA "sin ninguna duda" y tachó de "intoxicación miserable" la pista islámica, ayer Acebes insistió en mantener abiertas todas las hipótesis.

La insistencia de Acebes en responsabilizar a ETA responde exclusivamente, según el PSOE, a intereses electoralistas: el temor a que, tras confirmarse que España acaba de sufrir el embate del terrorismo islámico, el apoyo del Gobierno a la guerra de Irak se traduzca hoy en un voto de castigo al candidato del PP.

El malestar policial

El ministro ya había dado pruebas de su tenacidad horas antes, a las dos de la tarde, cuando mantuvo que la "prioridad" de las investigaciones seguía siendo la autoría de ETA. Eso sí, tímidamente abrió la puerta a otra conjetura: que la organización terrorista y Al Qaeda hubiera actuado coordinadamente. Casi al mismo tiempo, los responsables policiales, profundamente molestos con el Gobierno, precipitaban la redada de los cinco integristas vinculados a Al Qaeda.

Harta de que el Ministerio del Interior desoyera a sus expertos antiterroristas, que desde el primer momento señalaron que la pista islámica era la más factible, la policía informó ayer de sus pesquisas al juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo, que dictó las correspondiente órdenes de detención. Fue entonces cuando, forzado por las circunstancias, Acebes hubo de dar su brazo a torcer y confirmar el signo islámico de los atentados del 11-M.

Además, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba desveló ayer que también la presión política forzó al ministro del Interior a cambiar su versión.

Según Rubalcaba, el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, tuvo conocimiento de que las detenciones se habían practicado antes de que lo anunciara Acebes, al que llamó para pedirle una confirmación.

Ajenas a las maniobras gubernamentales y a las presiones policiales y políticas, pero sin duda intuyéndolas, ayer la ciudadanía se volvió a echar a la calle. La tensión social, larvada desde el mismo día de los atentados, estalló a las seis de la tarde frente a la sede del PP en la calle Génova de Madrid, donde miles de personas, convocadas anónimamente a través de internet y mediante mensajes SMS, protestaron contra el Gobierno por su implicación en la guerra de Irak y por negarse a desvelar la verdadera autoría de la masacre del 11-M.

Las consignas iniciales, "queremos saber la verdad antes de votar", enseguida dieron paso a los gritos de "asesinos, asesinos", dirigidos al Gobierno y la cúpula del PP. Alertada, la policía destinó varias unidades antidisturbios a proteger la sede del PP, ante la que se congregaron aún más personas tras la comparecencia del ministro Acebes

Indignación en Barcelona

Escenas parecidas se produjeron antes los edificios del PP en muchas otras ciudades, y en especial en Barcelona. Más de 7.000 barceloneses se agolparon ante la sede del PP en la calle de Urgel. A las 22 horas, Barcelona expresó su rechazo al Gobierno con una cacerolada.

Fruto de estas escenas, algunos de los interventores y apoderados del PP comunicaron al partido su deseo de no acudir hoy a los colegios electorales por temor a sufrir agresiones.

Pasadas las nueve de la noche, y ante el cariz que estaban tomando las protestas, Rajoy compareció ante los medios de comunicación para calificar estas concentraciones de "antidemocráticas, ilegales e ilegítimas".

En una aparición insólita en una jornada de reflexión, el candidato popular acusó a la oposición de alimentar el "acoso" de que era objeto el Partido Popular, que forzó una reunión extraordinaria de la Junta Electoral Central para que prohibiera estas protestas. Al filo de la medianoche, el ministro portavoz, Eduardo Zaplana, exigió por televisión el cese de estas protestas y de las "imputaciones falsas" al Gobierno.

A diferencia de Rajoy, Zapatero evitó comparecer durante la víspera electoral. En su nombre, Pérez Rubalcaba manifestó que los españoles se merecen "un Gobierno que no mienta".

En medio de este clima de tensión, el proceso electoral se cierra como empezó: con el terrorismo como protagonista.

El impacto electoral de esta impresionante tormenta política y social se conocerá antes de las 23 horas de hoy, cuando se sepa el veredicto de las urnas.