Si la ciencia puede ayudarnos, ¿por qué no salvar a la niña?". Es el mensaje de dos familias similares a cualquier otra pero cuyos hijos tienen enfermedades incurables. Su única esperanza, tener otro bebé con genes seleccionados que pueda salvar al que ya tienen.

Eugenia y Salvador son los padres de Virginia, una pequeña de 2 años y 10 meses afectada por la terrible anemia de Fanconi, una enfermedad hereditaria cuyos pacientes no suelen superar los 25 años. Según declaraban a El País , esta pareja, separada desde hace un año y medio, se ha marcado un único objetivo: "Queremos salvar a nuestra hija y si la ciencia puede ayudarnos no sé por qué nos lo van a impedir".

El problema es que la ley sólo contempla la selección genética para garantizar la salud del propio feto y no la de su hermano. A esto se suma que Eugenia está a punto de cumplir los 45 años y "a partir de esa edad la calidad genética del ovocito caerá en picado" por lo que necesitan una respuesta lo más rápida y urgente posible.

"No es un capricho"

Desde Cataluña, José y Josefa cuentan el caso de su segundo hijo, Mario, de 18 meses y con una grave leucemia lifoblástica infantil. Insisten en que no buscan "un hijo de diseño, con ojos azules, esto no es un capricho".

Su desesperación les llevó a probar suerte en una clínica de Chicago, pero las pruebas no tuvieron éxito. ¿Qué padres no desean darle una oportunidad más a su hijo?", preguntan inquietos, al tiempo que avisan: "Somos padres. Agotaremos las posibilidades".