Uno dice que «la calidad del aire en Extremadura es muy buena», otro argumenta que «eso de que Extremadura ‘el cielo limpio y las aguas puras’ eso ya hace tiempo que dejó de ser una realidad». Son el profesor del departamento de física de la Universidad de Extremadura, Javier Acero, que imparte la asignatura de Contaminación Atmosférica y Carlos Garrón, miembro del Área de Energía, Transporte y Cambio Climático de Ecologistas en Acción.

¿Estamos respirando aire contaminado en una zona eminentemente rural como es Extremadura? Precisamente, esta misma semana, el Tribunal de Cuentas ha recomendado a los ayuntamientos de Badajoz, Mérida y Plasencia la aprobación de ordenanzas reguladoras de la calidad del aire. Indicó que estas ciudades deberían contar con protocolos para los casos de superación de los objetivos de calidad atmosférica y sugirió medidas como la restricción del tráfico, especialmente para los vehículos más contaminantes. Los ayuntamientos de Mérida y Plasencia han comunicado que atenderán las recomendaciones aunque no han especificado qué medidas tomarán.

Aún así, Javier Acero insiste en que la gran mayoría de contaminantes en el aire en Extremadura tienen «unos niveles muy bajos», a excepción del ozono troposférico con el que «sí que puede haber un problema más serio». Carlos Garrón coincide pero también ve un problema con el número de estaciones de medición. Expresa que le parece «insuficiente» para saber realmente dónde están los puntos más graves de polución. Concretamente, en Extremadura, la Red Extremeña de Protección e Investigación de la Calidad del Aire (REPICA), cuenta con 6 estaciones fijas repartidas por Plasencia, Monfragüe, Cáceres, Mérida, Badajoz y Zafra y dos estaciones móviles.

Dejando a un lado el problema con el sistema de toma de datos, tanto Carlos Garrón, de Ecologistas en Acción, como Javier Acero, profesor de la UEx, coinciden que en que el problema principal del aire en Extremadura es el ozono. No precisamente la capa de ozono que es tan sonada, especialmente en los meses de verano donde se relaciona su escasez con la mayor incidencia de la radiación ultravioleta, perjudicial para la piel por su efecto cancerígeno. Ese ozono se conoce como ozono estratosférico.

El ozono que preocupa a los expertos es el troposférico y precisamente su acumulación y no su ausencia. Este se deposita desde el suelo hasta los 10-15 km de altura, a diferencia del estratosférico que se encuentra a partir de esa altitud.

El impacto que puede tener este contaminante es diverso. «La alta presencia del ozono troposférico en el aire ha sido relacionada con: la mortalidad (general y por causas cardiovasculares y respiratorias), el bajo peso de nacimiento y la demencia», se advierte en la Evaluación de la Calidad del Aire de España.

Javier Acero especifica que la incidencia de los efectos se produce especialmente en el sistema respiratorio, originando irritación, tos o agravando enfermedades pulmonares. Las personas asmáticas pueden notar un empeoramiento de su enfermedad.

No sólo afecta a la salud de las personas, interfiere en la fotosíntesis de las plantas, alterando la productividad agrícola, tiene efectos destructivos sobre el caucho y sobre elementos de construcción y ornamento. Además contribuye a la intensificación del efecto invernadero, según informa el Plan de Mejora de la Calidad del Aire de Extremadura.

Según la Evaluación de la Calidad del Aire en España elaborada por el Ministerio de Transición Ecológica, los valores objetivos de ozono para la protección de la salud se han superado en 2018 en Cáceres, Plasencia, Zafra, Mérida y Badajoz y los valores para la protección de la vegetación, en Plasencia, Zafra y Monfragüe.

ORIGEN DE LA CONTAMINACIÓN / El ozono es un contaminante secundario, lo que implica que se forma por la emisión de otras sustancias que reaccionan químicamente. Estos pueden ser los óxidos de nitrógeno o los compuestos orgánicos volátiles (COV) junto con la radiación solar. Los primeros se producen fundamentalmente por la combustión, ya sea de la industria o de los vehículos como de forma natural. «Hay distintos componentes del bosque mediterráneo que emiten compuestos orgánicos volátiles como los isoprenos, los terpenos, componentes del aceite vegetal», explica Javier Acero.

La radiación solar es algo inevitable en Extremadura, pero tampoco tenemos grandes aglomeraciones urbanas que provoquen un tráfico muy intenso y, por consiguiente, una gran emisión de precursores a la atmósfera, según el profesor de física de la UEx.

Los contaminantes, aparte de aquellos que son emitidos por la propia naturaleza (COV), pueden venir de un arrastre de las masas de aire contaminadas de una gran ciudad, como puede ser Madrid. Javier Acero añade que en las zonas rurales hay más concentraciones de ozono troposférico que en las ciudades porque en estas últimas el ozono desaparece con el monóxido de nitrógeno producido por el tráfico.

En oposición, Carlos Garrón expresa que «eso de que solamente es por el movimiento de las masas de aire es muy dudoso porque precisamente los vientos de Extremadura son de suroeste no de noreste, que sería el viento que tendría que venir dominante de Madrid». El miembro del Área de Energía, Transporte y Cambio Climático de Ecologistas en Acción busca culpables en las grandes líneas de transporte de mercancías como la A-66 y la A-5, en las chimeneas de las fábricas que «se dice que emiten vapor de agua, pero también muchas otras cosas porque el aire no está limpio y el vapor de agua se iría a la atmósfera tranquilamente, no se condensaría como lo hacen las nubes», así como en los rastrojos, plásticos y gomas que se queman.

Lo cierto es que, según la Aemet, la dirección del viento en 2018 se situó en los 25º grados, en Badajoz, en los 29º y en Madrid en los 26º. Valores cercanos a 1º indican que viene del norte y cercanos a 90º que lo hace del este. Esto significa que las corrientes en Extremadura proceden de noreste. No sería extraño que viniesen masas de aire contaminado de Madrid.

«Para nosotros en Extremadura es difícil porque, teniendo el componente de la radiación solar, no podemos hacer nada. Las masas de aire que nos vienen cargadas de precursores vienen de Madrid, entonces son las grandes ciudades las que pueden hacer algo para reducir las emisiones de los precursores de ozono», comenta Javier Acero.

¿posibles medidas? / En el Anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética propuesto por el gobierno de Sánchez el 22 de febrero se instaba a los municipios de más de 50.000 habitantes a la creación de zonas de bajas emisiones no más tarde de 2023; la puesta en marcha de medidas para facilitar los desplazamientos a pie, en bicleta u otros medios de transporte activo; la mejora y uso de la red de transporte público y su progresiva electrificación.

«Hay ciudades donde quizás tendría más sentido como Cáceres y Badajoz pero el problema de ciudades como Mérida es que tienen un nudo de comunicación donde, en épocas de verano, se producen ciclos fuertes de transporte de vehículos diesel», opina Carlos Garrón.

«Todo lo que sea reducir las emisiones de óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, que son principalmente los elementos que proceden de la combustión, todo eso es bueno para mejorar la calidad del aire, para la salud, en definitiva», considera Javier Acero por su parte.

Además de las restricciones al tráfico en el casco antiguo, Cáceres ya cuenta con una flota de taxis de bajas emisiones y un bus híbrido. Asimismo, la capital cacereña este año 2019 triplicó la media de árboles por habitante del país y cuenta con un plan de ampliación del carril bici. Badajoz le lleva la delantera en este tema pues en la ciudad hay una red de bicicleta pública, BiBa. Los pacenses también disfrutan de 15 buses eléctricos desde mayo de este año.

La incógnita reside en si serán suficientes estas medidas o si la situación geográfica y climática hacen que la contaminación en la región sea inevitable.