"Estamos rodeados por el fuego. Esto no hay forma de controlarlo. Apagan por un lado y las llamas aparecen en otro. Nos tememos lo peor". El miedo se percibía en las caras de los vecinos de Perales del Puerto, un pequeño pueblo extremeño enclavado en el corazón de Gata. A primera hora de la tarde todo está preparado para desalojar este municipio cacereño de poco más de mil habitantes.

El incendio que se había originado el pasado miércoles en la localidad salmantina de Agallas había quedado controlado, aunque durante la noche penetró en la provincia de Cáceres. Aunque los efectivos que se desplazaron al lugar trazaron durante la noche cortafuegos para evitar su propagación a la región extremeña, finalmente no fue posible evitarlo.

Era el principio de una jornada muy larga. Demasiado trágica. Ocho autobuses esperan la orden para desalojar los vecinos de Peraleda del Puerto a pueblos del entorno. Mientras algunos luchan contra el tiempo para evitar que las llamas lleguen a sus domicilios. "La gente del pueblo ha sido fundamental. Hemos tenido que luchar para evitar que llegara a nuestra casa. Mucha de la culpa la tienen las tierras de cultivo que no están cuidadas", asegura Noeli de Sande, una joven afectada.

EN MEDIA HORA

"Ha sido sorprendente porque en media hora el fuego se ha extendido por toda la zona", afirma Eulogio Marín, un vecino que veía impotente como los equipos que trabajaban en el lugar no lograban controlar las llamas. Los minutos pasaban y la situación se hacía cada vez más grave. "Estamos muy nerviosos, no sabemos qué hacemos aquí todavía porque esto no se controla", decía Mari Carmen Rivas a primera hora de la noche de ayer.

Cerca de ella, un puñado de curiosos llegados desde otros pueblos de la comarca contemplaban como el incendio seguía asolando la zona sin tregua. Dos imágenes bien distintas. La situación va a peor. Minutos más tarde llega la orden. El fuego es imposible de controlar. A las diez y media se inicia el éxodo en busca de cobijo solidario en Moraleja. Anoche, el polideportivo de esta localidad fue su segunda casa. Una noche muy larga. Sin nada. Con lo puesto y la pesadilla de no saber que se encontrarán hoy cuando regresen.