Viene de Madrid una vez a la semana a cuidar la "afición que me están quitando", la ganadería. Fernando García es el propietario de la finca Zamarril, que linda con la de Juan Manuel Herrero y Miguel Cremades. Ambos han visto morir a todas sus reses tras contagiarse de tuberculosis. Y como sus vecinos, teme que a él le ocurra lo mismo. Este año le han matado 26 vacas en tres saneamientos distintos. Tiene unos 300 animales en total entre cerdos, toros de lidia, vacas y terneros y su ganadería está "inmovilizada", lo que está causando además bajas entre sus animales bravos por cornadas y pisotones entre los propios animales que durante el saneamiento, que viene realizando cada dos meses ante los casos positivos de tuberculosis, se encuentran aisladas. "Con la explotación inmovilizada lo único que puede hacer es sacar carne para el matadero", y así lleva ya un tiempo.

Pero el temor de García, que dispone en su finca de un coto de caza con el fin de erradicar ciervos y jabalís para poder continuar con su explotación, es el toro de lidia. Estas reses que tiene son de un encaste en vías de desaparición, el encaste Contreras. "Esto es un valor porque es muy importante conservar la variedad genética, ante enfermedad o cualquier otra situación", explica. Este es el mismo encaste que tenía su vecino de finca, Miguel Cremades, que también vio morir a todas sus reses en la misma situación. Los cerdos también le preocupan, por ellos no percibe ningún tipo de subvención.

El también asistió a la reunión con autoridades de la Junta extremeña para hacerles saber la situación "insostenible" por la que están pasando y hallar soluciones. Soluciones que no encontraron, porque según él, "no quieren hacerse responsables del grave problema que sufrimos los ganaderos de la zona". Por eso, lo único que siente es "impotencia". "Pedí que me cercaran la finca y la respuesta fue una solicitud de cerramiento. Es imposible poner puertas al campo, pero algo tendrán que hacer".