Los terroristas han dado un paso relevante, que no definitivo, en la senda de la paz. Al anunciar un "alto el fuego permanente" desde este viernes, ayer ETA dio crédito a las esperanzas sobre el fin de la violencia que José Luis Rodríguez Zapatero alienta desde hace meses. Pero el comunicado le supo a poco al presidente, porque, si bien la banda no pone condiciones explícitas para entregar las armas, sí plantea demandas políticas. La principal, que "los ciudadanos vascos deben tener la palabra y la decisión sobre su futuro", exigencia rayana en la autodeterminación que siembra no pocas dudas sobre las verdaderas intenciones de ETA. Con todas las cautelas, Zapatero tendió ayer la mano a un atemperado Mariano Rajoy para recorrer juntos un camino que, auguró, será "duro, difícil y largo".

En un vídeo grabado por unos encapuchados y emitido por la televisión pública vasca --avance del texto más extenso que hoy publicará el diario Gara --, ETA explica que, con este cese de la violencia "permanente" --conviene retener el adjetivo, pues dará mucho que hablar--, pretende "impulsar un proceso democrático en Euskal Herria" que conduzca a un "nuevo marco" respetuoso con los "derechos" de los vascos y con "el desarrollo de todas las opciones políticas". Alusión inevitable a la ilegalizada Batasuna, que quiere concurrir a las municipales del 2007.

Paz con justicia

Con un lenguaje menos retórico que otras veces, ETA insta a España y Francia a no imponer "limitaciones" al proceso --"la decisión que los ciudadanos vascos adoptemos sobre nuestro futuro deberá ser respetada"-- y a abandonar la "represión". El "deseo y voluntad" de la banda, enfatiza una voz de mujer, es que "el proceso abierto llegue hasta el final" y desemboque en "una paz basada en la justicia". Esta apuesta, sumado al "compromiso" etarra de "seguir dando pasos en el futuro acordes a esa voluntad", son quizá los pasajes más esperanzadores del anuncio, junto al propio cese de la violencia.

Sin abandonar la lógica cautela ante una banda que ha asesinado a más de 800 personas y ha decretado una decena de treguas, tras este movimiento de ETA cobra sentido la reflexión que Zapatero deslizó el 11 de mayo del pasado año en el Congreso: "El fin de la violencia no tiene un precio político, pero la política puede contribuir al fin de la violencia".

Sigilosos mensajes

Aún falta mucho tiempo para que el presidente pueda admitir que, como dicta el sentido común, el paso dado por ETA no es fruto de la improvisación, sino de un sigiloso e intrincado intercambio de mensajes con el Gobierno que se remonta al 2004. Después de que, en mayo del 2005, el Congreso ratificara sin el apoyo del PP las condiciones para dialogar con ETA, el proceso maduró tanto el pasado verano que Zapatero incluso esperaba la tregua para antes de Navidad. Ni los atentados sin víctimas de ETA --que lleva más de 1.000 días sin matar--, ni las imputaciones del PP, ni las interferencias judiciales alteraron las previsiones del presidente, que el 10 de febrero, con conocimiento de causa, llegó a vaticinar el "principio del fin de la violencia".

La confirmación formal le llegó ayer, vía servicios secretos, una hora antes de que Gara avanzara el anuncio etarra, aunque otras fuentes apuntan que el Ejecutivo lo esperaba para unas ho-

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