«De repente se dan cuenta de que empiezan a ver el mundo de una forma que nunca se les había ocurrido antes. Mis alumnos lo resumen así: ‘La Filosofía es lo que nos raya’», explica usando el término que mejor entienden los jóvenes a los que da clases. «Quieren decir que es la asignatura que les hace dudar, que les hace darse cuenta de que la vida puede ser de muchas maneras. Rayarse es importante, porque es el punto de partida para comprender que hay muchas posibilidades abiertas. Al fin y al cabo, lo que la Filosofía aporta es eso: posibilidades». Así lo relata Eugenio Sánchez, que da clases en el instituto Valle del Jerte de Plasencia. «Después hay algunos estudiantes (otros no) que se lo toman más en serio -continúa- y se les despierta el deseo de aprender. Entonces crecen y avanzan». Lo hacen a través de la historia de las ideas, «en un recorrido para saber cómo hemos llegado hasta aquí».

Él lleva 26 años impartiendo esta materia a estudiantes de Secundaria y Bachillerato. Su trabajo es pura vocación. «Estoy enamorado de lo que hago», afirma con vehemencia.

Cuenta que, cada vez que acaba el curso, sus estudiantes siempre hacen balance de qué ha supuesto la asignatura: «Y más allá de las teorías que estudiamos, porque eso al final lo terminan olvidando, agradecen la pasión que pongo en cada una de las clases, es lo que recuerdan, lo que se les queda grabado en la memoria», manifiesta para poner el foco en la importancia de cómo transmite el docente esta materia.