Ni pinchazo, ni paralización absoluta de la vida cotidiana. Los sindicatos lograron ayer una huelga general que se acercó a la del 2002, la segunda más importante de la democracia, y que se vio empañada por actos violentos de grupos antisistema, sobre todo en Barcelona y también en Getafe, y por cortes de carretera en comunidades como la asturiana. Los principales efectos se notaron en la industria y el transporte, mientras que el seguimiento fue menor en sanidad, educación, la Administración y el comercio. El destinatario de la protesta, José Luis Rodríguez Zapatero, mantuvo el guante de seda con CCOO y UGT, a los que ofreció la búsqueda de "cauces de diálogo".

Esta política de mano tendida también se reflejó en la inusual decisión de no proporcionar cifras globales del seguimiento de la huelga. Las centrales sindicales proclamaron el "éxito democrático incuestionable" a mediodía, al cuantificar el respaldo a la movilización en un 70% y destacaron, como indicadores objetivos, el descenso del consumo eléctrico y la disminución del tráfico en las grandes ciudades y del número de pasajeros del transporte público.

En cambio, los empresarios hablaron de "fracaso". El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, calificó el paro de "moderado" y "desigual", y dio las cifras de seguimiento de algunos sectores. El apoyo al paro en la Administración del Estado fue solo del 7,52%; en las fábricas de coches, de casi el 100%; en la hostelería, el 3%; en los comercios, del 10%, y en el transporte, del 21%.

LA DEMANDA ENERGETICA En la huelga general del 20 de junio del 2002, la reducción de la demanda energética, entre 8 y 9 de la mañana, fue del 27% respecto a un día similar. Ayer, en ese mismo periodo, fue del 19%. A primera hora de la tarde, la demanda de electricidad era un 16% inferior a la de un día similar. En cambio, el 22 de junio del 2002, a la misma hora, esa diferencia era del 23%.

A juzgar por los datos de Red Eléctrica, la jornada se ayer se puede equiparar a un sábado, con un consumo casi idéntico de 28.063 megawatios. El descenso de actividad en términos de operaciones bancarias en el sistema Servired fue ayer del 20%, frente al 43% del 2002.

La sensación de vivir un día semifestivo fue evidente en los principales polígonos industriales. En el transporte público, la paralización estaba asegurada gracias a los servicios mínimos. Los piquetes controlaron de forma meticulosa que solo circularan los trenes o los autobuses incluidos en los servicios mínimos. En el conjunto del sector del transporte, la movilización fue seguida de forma casi absoluta, según los sindicatos.

La situación era muy diferente en las ciudades. Como en anteriores huelgas generales, los comercios iban bajando las persianas a medida que se aproximaban los piquetes. Los sindicatos se empeñaron en paralizar los principales centros comerciales, un objetivo que consiguieron de forma parcial únicamente durante unas horas por la mañana. Con la excepción de algunas tiendas que cerraron todo el día, la gran mayoría de establecimientos reabrieron las puertas a primera hora de la tarde, aunque con escasos clientes.

TIROS EN MADRID La tensión vivida en algunos piquetes se saldó con unos cinco sindicalistas heridos al ser arrollados por vehículos o en forcejeos. En la fábrica de CASA en Getafe (Madrid), varios agentes de la Policía Nacional dispararon al aire al verse acorralados por un piquete. El portavoz de CCOO, Fernando Lezcano, exhibió los siete casquillos en una rueda de prensa en la que denunció el abuso policial. El Ministerio del Interior abrirá una investigación.

ALGO MAS QUE UNA LLAMADA Tras la jornada de huelga, los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT piden al Gobierno algo más que una llamada de teléfono: una rectificación en toda regla de la "deriva neoliberal" que ha presidido su política anticrisis desde mayo. Se trata de utilizar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado del 2011 para tomar medidas que creen empleo y correguir los aspectos más negativos de la reforma laboral. Y, por supuesto, el Ejecutivo debe renunciar a ampliar la edad de jubilación y ajustarse a lo que marca el Pacto de Toledo.

Para Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo encontrar los "cauces de diálogo" a los que se refirió Zapatero significa poco. Las palabra rectificación presidió la masiva manifestación de Madrid a la que asistieron los líderes sindicales, que 12 horas después de comprobar que la huelga había satisfecho sus expectativas le pidieron "mensajes inequívocos" y con "contenido".

UGT Y CCOO no buscaban con la movilización la "caída" del Gobierno, pero dependerá del presidente "mantenerse o no" en el poder, según Toxo. Directamente al corazón ideológico, Méndez pidió al Ejecutivo que vuelva "a la senda de la razón", ya que el PSOE "se presentó a las elecciones con un programa que poco tiene que ver con las políticas que ahora desarrolla".

Una vez que se analicen los datos de la huelga, las centrales reunirán a sus órganos de dirección y presentarán sus peticiones, que no serán superficiales.

LOS REGLAMENTOS El ministro Corbacho evitó el enfrentamiento con las centrales, pero estableció algunos temas de negociación que tienen que ver con los reglamentos previstos en la reforma laboral: políticas activas de empleo, agencias de intermediación y convenios colectivos. "Espero que el presidente del Gobierno no quiera parecerse al conde de Romanones, que dijo a las Cortes: ´Hagan ustedes las leyes, que yo las cambiaré a través de los reglamentos´", fue la respuesta de Méndez.

La patronal CEOE, por su parte, esquivó el análisis de fondo y se limitó a hablar de la "escasa incidencia" del paro, que "no ha alterado la actividad económica". "Donde ha habido libertad no ha habido huelga", subrayó la CEOE en una nota, en la que también lamentó la acción de los piquetes informativos durante la jornada.