La población extremeña está estancada, pero no quieta. Así, mientras la cifra de habitantes en la región prácticamente no varía, su distribución en el territorio sí, en un fenómeno sostenido de abandono de las zonas rurales y asentamiento en las urbanas. De este modo, en el último quinquenio las localidades de menos de 10.000 habitantes han perdido 23.500 vecinos, mientras que las urbanas ganan 29.500 más. De este modo, sube el número de habitantes en las capitales provinciales (6.000 en Cáceres y 3.000 en Badajoz) y en la autonómica (1.800).

También en las ciudades de tamaño intermedio --entre 20.000 y 50.000 habitantes--, que suman 5.300 vecinos más. Sin embargo, donde se da el mayor boom de la migración interior es en las poblaciones de entre 10.000 y 20.000 habitantes, que han ganado 13.500 vecinos en cinco años. En cuanto a las pérdidas, se centran precisamente en los núcleos de tamaño inmediatamente inferior a los antes citados. De este modo, los pueblos de entre 5.000 y 10.000 habitantes han visto como se marchaban más de 14.000 vecinos. Mientras, los de entre 2.000 y 5.000 habitantes perdían más de 8.000 habitantes, y los de entre 1.000 y 2.000 veían mermado su censo en 2.500.

Las cifras dan también un dato que, a primera vista, parece sorprendente: los pueblos de hasta cien vecinos y los que no llegan a 500 ganan población --1.500 habitantes entre ambos--. La explicación es sencilla: no es que esos núcleos tengan más habitantes, es que el éxodo rural hace que cada vez haya más pueblos con población tan escasa. De hecho, hace cinco años sólo una localidad extremeña tenía menos de cien vecinos. Hoy son cuatro.

Este movimiento poblacional está generando un cambio significativo en la distribución de los residentes en Extremadura. Así, hace cinco años menos del 44% de los extremeños vivía en localidades de más de 10.000 habitantes. Ahora esta proporción ha crecido hasta rondar el 46,5%.

Pocas son las localidades que no siguen la tónica general. En la provincia de Badajoz, la rompen, creciendo pese a ser núcleos incluidos en segmentos de pérdida general de población, Aceuchal, Alconera, Calamonte, Calzadilla, Jerez, Llerena, Palomas, La Parra, Santa Amalia, Santa Marta y Torremejía, que ganan habitantes.

En Cáceres, Abadía, Albalá, Ahigal, Alcántara, Arroyo de la Luz, Belvís de Monroy, Caminomorisco, Casas de Miravete, Castejada, Collado, Conquista de la Sierra, Galisteo, Garganta la Olla, Hernán Pérez, Hinojal, Jaraíz de la Vera, Jarandilla, Jerte, Losar Madrigal, Malpartida de Cáceres, Malpartida de Plasencia, Membrío, Miajadas, Montehermoso, Peraleda de la Mata, Sierra de Fuentes, Torremenga, Torremocha, Torreorgaz, Torrequemada, Trujillo y Villanueva de la Vera. En el otro extremo, hay localidades donde el peso de la pérdida de población es especialmente acusado. Este es el caso de Valdecañas del Tajo, que ha visto su población mermada en un 30%, Ruanes (-23%) y Arroyomolinos (-21%).