La NASA prometió ayer "no dejar ni una piedra sin levantar" para descubrir las causas de la catástrofe de la nave Columbia , pero adquirió ese compromiso en mitad de un alud de críticas de expertos que durante los últimos meses habían realizado ya serias advertencias sobre la deficiente seguridad y mantenimiento de la flota de transbordadores espaciales. La agencia estadounidense ha sido objeto de drásticos recortes presupuestarios ordenados por el Congreso y la Casa Blanca. Sólo este año el recorte fue de 1.000 millones de dólares (1.000 millones de euros, 166.000 millones de pesetas).

"Nunca he estado tan preocupado por la seguridad del transbordador como ahora". Lo dijo el pasado abril ante el Congreso Richard Blomberg, presidente del grupo asesor sobre Seguridad Aeroespacial, tras estudiar la situación de los cuatro transbordadores de la NASA.

El especialista explicó que su temor no se refería "al próximo vuelo o al siguiente", sino a que "nadie sabe con seguridad cuándo se ha vulnerado el margen de seguridad". Entre las cuestiones más inquietantes de su informe, destacaba la necesidad de preparar para posibles emergencias un plan de escape para las tripulaciones, tal vez a bordo de una cápsula, algo que la NASA estudió durante años pero que no desarrolló por falta de fondos.

Otro minucioso examen independiente sobre la seguridad de los transbordadores, efectuado en marzo del 2000, denunció problemas concretos que podrían haber contribuido a la trágica destrucción del Columbia . Aquel examen instó a que se vigilaran los problemas de nudos de cables "en zonas difíciles de inspeccionar" de las naves, criticó que la NASA no usara las últimas técnicas para arreglar las grietas estructurales producidas por el envejecimiento de los transbordadores, no reparara la corrosión del interior de las placas protectoras de su fuselaje y no estudiara partes inaccesibles.

HANGARES DETERIORADOS

"Las grandes reducciones en el número de inspectores de calidad asignados a cada transbordador es preocupante", explicó entonces Henry McDonald, director del examen, que también trabaja para la NASA. Otras voces, como la de Brian Chase, director de la Sociedad Nacional del Espacio, añadieron ayer que incluso los hangares donde se reparan los transbordadores están deteriorados.

La agencia espacial, no obstante, se defendió de las críticas. "Nosotros nunca lanzaríamos un vuelo si no fuera seguro", aseguró la primavera pasada el director de vuelos de la NASA, Fred Gregory, a pesar de haber sufrido recortes presupuestarios de hasta un 40% a lo largo de la pasada década.

LA NASA SE DEFIENDE

La NASA, lejos de aceptar las críticas, afirmó incluso que los defectos de los transbordadores eran cada vez menos, y hasta concibió planes para seguir usando su vieja flota otros 25 años más.

Ayer, mientras la polémica sobre la seguridad arreciaba, en Tejas y Luisiana se procedía a recuperar los restos del Columbia , esparcidos a lo largo de 800 kilómetros. En Tejas aparecieron los primeros restos de los astronautas, un torso quemado, un fémur y un cráneo, cerca de la localidad de Hemphill. No muy lejos de allí, en Sabine Country, apareció una pierna quemada.

La NASA, el Ejército y las policías locales y estatales se esforzaban en hallar y recoger los restos. La población fue advertida del peligro de tocar los trozos de la nave, pues las autoridades aseguraron que podían ser tóxicos. Afirmaron que 27 personas permanecían ingresadas bajo observación médica por haberse expuesto a restos del Columbia . Una planta de agua potable fue precintada en Luisiana por miedo a que una pieza del transbordador hubiera caído dentro.