Cada día que pasa, la gestión de la posguerra en Irak se le está complicando a Estados Unidos y los problemas le crecen como los enanos de un circo gafado. A su incapacidad para restablecer los servicios de agua y electricidad, a su desidia para frenar la ola de saqueos y a los crecientes problemas con la comunidad shií, ayer se le unió otra tragedia: decenas de personas murieron cuando varios cohetes almacenados en un polvorín situado en un barrio de Bagdad, junto a casas de civiles, estallaron y alcanzaron varios edificios cercanos.

El caos que viven los hospitales de Bagdad dificulta saber el número exacto de víctimas. El mínimo son las 12 que registró tan solo el principal hospital de la ciudad y el máximo, los 40 a los que se referían médicos y conductores de ambulancia en el mismo lugar de los hechos.

Las circunstancias de la explosión del polvorín del gigantesco cuartel militar de Al Rashid --situado en el barrio de Al Zafrania, al sur de Bagdad-- no son muy claras. "Sobre las ocho de la mañana alguien atacó con piedras a la dotación que vigilaba el polvorín. Era una medida de distracción, ya que cuando el tanque reculó alguien lanzó cuatro artefactos explosivos, que impactaron en el polvorín y provocaron una serie de explosiones en cadena que alcanzaron las casas cercanas", explicó ayer frente al cuartel de Al Rashid el coronel John Teabody, oficial del Segundo de Caballería de los Rangers del Ejército de Estados Unidos.

Según Teabody, en el polvorín el Ejército iraquí almacenaba unos 30 millones de armas, entre armamento corto, largo, munición, cohetes, granadas y misiles, incluidos misiles de corto alcance FROG-7. Las explosiones fueron de tal violencia que pudieron escucharse incluso a 20 kilómetros de distancia. Pero todas las circunstancias son oficialmente "desconocidas": no se sabe cuánta gente atacó a los rangers ni qué tipo de explosivos originaron la explosión en cadena.

Según Teabody, lo que es seguro es que sólo un soldado estadounidense resultó herido. Declaración que añade más confusión al hecho de que, en medio del pandemónium de explosiones que se generó, el ranger herido sufra sólo la fractura de un brazo.

COLERA DE LOS CIVILES

Teabody informó de que inmediatamente tras la explosión, los soldados acordonaron la zona e intentaron ayudar a los heridos. Pero los vecinos estallaron en cólera y no permitieron acercarse a los soldados, a los que incluso llegaron a lanzar piedras. Y es que la sensación predominante en el lugar es que los estadounidenses deberían haber trasladado el polvorín instalado por Sadam en una zona civil a un lugar más seguro. Teabody afirmó que los soldados no han tenido tiempo de preparar de forma adecuada el traslado y admitió que la ubicación del polvorín era un "peligro" para los civiles.

Débiles argumentos para unos bagdadís que, cuando menos se lo esperaban, ayer sufrieron una nueva lluvia de bombas. Unos 500 iraquís curiosos, cantando eslóganes contra EEUU, anti-Sadam y en favor del Islam, organizaron una improvisada marcha de camiones, autobuses y coches, "algunos cargados con ataúdes", por Al Zafrania.

Varios centenares más se manifestaron frente al hotel Palestina, en el centro de la ciudad, con los mismos eslóganes antiestadounidenses. Los manifestantes acusaron a los militares de negligencia y los líderes shiís advirtieron a los estadounidenses de que deben acabar con los "crímenes contra la vida de inocentes".

Dos de las pancartas eran explícitas del estado de ánimo ayer en Bagdad. "No bombas entre las casas, sí a la libertad" y "las fuerzas de Estados Unidos matan a inocentes con las armas de Sadam en Al Zafrania". Todo un titular periodístico.