Mientras en Pozuelo de Alarcón la polémica ha surgido por la oposición del consejo escolar de un instituto al uso del velo islámico y otros objetos que cubran la cabeza, en el instituto San Martín de Talayuela las estudiantes con velo conviven con normalidad con las que no lo usan y con el alumnado español. Es un ejemplo de tolerancia que se hace extensible a todo el pueblo y, según el director del instituto, Roberto Bayón, que lleva 14 años en Extremadura, se da en general en toda la región extremeña, aspecto confirmado también por el imán de Badajoz.

Eso sí, hace la salvedad de que, como en todas partes, "hay personas más sensibilizadas que otras y eso también pasa en Talayuela, donde, al convivir nosotros aquí día a día con inmigrantes, algunos están más sensibilizados, pero también ves las pegas más en directo".

No obstante, subraya que se ha avanzado mucho en los últimos años ya que el alumnado "es bastante más tolerante ahora que hace diez años porque el convivir con alumnos de origen marroquí ha dejado de ser una cosa rara". Para Bayón, la principal diferencia con la polémica surgida en el centro de Pozuelo de Alarcón --que ha llevado al Gobierno de Zapatero a rechazar públicamente la prohibición del uso del hiyab en los colegios públicos-- es que allí es una norma interna decidida por el consejo escolar, que respeta porque procede de un órgano que representa a toda la comunidad educativa, mientras que en el reglamento interno de su instituto no hay normas al respecto.

Aún así, al contrario de lo que podría pensarse, esto no ha supuesto que todas las chicas marroquíes utilicen el velo islámico para ir a clase. De hecho, calcula que solo lo llevan entre doce y quince de un total de 65 o 70 matriculadas. En total, el instituto cuenta con 135 alumnos de origen marroquí de un global de 440 estudiantes.

Bayón confirma que "el velo es una cosa más del centro, nunca ha sido un problema" y así va a seguir porque no se plantean prohibir su uso, aunque desde su punto de vista "entorpece más que ayuda, no en el aprendizaje de las materias sino en la integración de los alumnos. Les trae problemas para relacionarse", afirma. No considera que esto se deba a racismo sino que, tras años de observar a los estudiantes, está convencido de que puede suponer "una reticencia inicial, en la primera impresión, aunque cuando conocen a esa chica, esa coraza se rompe y la relación es normal".

Pero esta primera reticencia es la que lleva al centro a hablar con los padres de las nuevas alumnas marroquíes sobre las consecuencias del uso del hiyab: "Les decimos que quizá sería mejor que no lo trajeran a clase, pero damos libertad porque al final es una opción individual de la familia, por motivos religiosos y solo les pedimos que se lo quiten en educación física por comodidad", explica Bayón.

RESPETO MUTUO El director del instituto San Martín subraya que ahora hay una relación de "respeto mutuo" en el centro, pero advierte que ha tardado en conseguirse porque "hace diez años había alumnos que no querían sentarse donde antes se había sentado un alumno marroquí". Pero también señala que falta aún mucho para conseguir que las dos comunidades que conviven en el centro, marroquí y española, se comporten como una sola.

Uno de los motivos es que "los iguales tienden a agruparse. Los marroquíes lo hacen porque tienen las mismas creencias y costumbres y los españoles también, salvo en los casos de gente que lleva mucho tiempo en Talayuela y que habla perfectamente español, que se relaciona sin problemas con unos y otros".

Porque Bayón no tiene ninguna duda de que el principal problema para la integración de los alumnos marroquíes es el idioma, tanto desde el punto de vista educativo como de relación con los compañeros españoles.

LA BARRERA, EL IDIOMA Tanto es así que el centro detectó un gran número de fracaso escolar por este motivo, lo que le llevó a crear la llamada Aula Temporal de Adaptación Lingüística, a la que derivan a los estudiantes con un nivel bajo de español para que, además de aprender los conocimientos que el resto de los alumnos, "aprendan español cuanto antes y puedan pasar al aula normalizada".

Dependiendo de la capacidad del alumno, de ahí pasará al aula normalizada o a otra de compensación lingüística, donde compaginará la clase normal con otra de alumnos en su misma situación. "En el peor de los casos, estarían dos cursos, pero ha habido un alumno que en mes y medio pasó a la clase normalizada".

Porque lo que este centro tiene claro es que debe atender las necesidades de todos los alumnos por igual y que "la mejor receta es la normalidad". Por eso,