Extremadura es la región más sensible ante un desplome de la construcción, debido a su estructura productiva que presenta una alta dependencia de este sector, según los datos de Contabilidad Regional elaborados por el INE y recogidos en un informe de la patronal de la construcción Seopan. El panorama muestra que el PIB extremeño depende en un 14,9% de la aportación del sector de las obras, un porcentaje casi cuatro puntos por encima de la media nacional, y el más alto de toda España.

En términos de empleo la situación es muy parecida, ya que el 14,4% de las personas que trabajan en Extremadura lo hacen en la construcción, dos puntos por encima de la media nacional en este ramo económico.

Esto supone que si la actividad se ralentiza, como parecen avanzar todos los indicadores, la economía extremeña se vería seriamente afectada. Además, la dependencia de este sector no ha hecho más crecer en los últimos años, al incrementarse la aportación de la construcción a la riqueza regional muy por encima del resto de sectores.

Los datos oficiales apuntan que en ocho años, el periodo en el que toda España ha vivido el boom inmobiliario, el PIB regional vinculado a este sector se ha multiplicado por 2,5, pasando de poco más de mil millones de euros a rondar los 2.600 millones en el 2007 (aumento del 143%).

En el mismo periodo, el incremento total del PIB regional ha sido inferior al 65%.

En términos de empleo la situación es muy similar: la construcción ha venido absorbiendo mano de obra, de manera que en siete años incrementó el número de trabajadores desde menos de 50.000 hasta superar los 62.500 a finales del 2006.

CAMBIO DE TENDENCIA Sin embargo, este periodo de vacas gordas parece estar tocando a su fin. Aunque en términos de creación de riqueza el efecto de la crisis inmobiliaria aún no está contabilizado, y la construcción aún creció en el 2007 en unos 280 millones de euros --algo menos que en el 2004 y 2005 pero a un nivel muy parecido al del 2006-- otros indicadores si revelan que la crisis, aunque algo más tarde, también está llegando a Extremadura.

El primero y más claro es el de la generación de empleo. Si el cierre de los últimos años siempre había dado en la región un saldo positivo en cuanto a creación de puestos de trabajo en el sector de la construcción, de manera que, por ejemplo, el 2006 se cerró con los 62.500 trabajadores mencionados, lo que supone que sólo en ese año las obras dieron empleo a 6.000 personas más que en el año anterior, a finales del 2007 el panorama se ha vuelto completamente.

El paro en este sector no sólo no ha descendido, sino que se ha incrementado notablemente, ya que la construcción ha expulsado a 4.600 trabajadores, fruto de la caída de actividad.

Con todo, la crisis no ha hecho más que empezar. Un dato que apunta de manera clara en esta dirección es el referido a los visados de dirección para obra nueva, lo que marca la actividad que a partir de ese momento tendrá la construcción de edificios.

En el apartado de vivienda residencial, el 2007 fue el peor año del último lustro, confirmando una tendencia que ya se veía en el 2006. Durante el pasado año los visados no llegaron a 5.000, casi un millar menos que en el ejercicio precedente, en el que, por otro lado, el parón ya había empezado a asomar, al visarse 900 edificios menos que en el 2006.

Además, este año tampoco ha arrancado con buen pie. Los datos del Ministerio de Fomento, que sólo contemplan por ahora el mes de enero, indican que a lo largo de ese mes se visaron en la región 251 proyectos para edificaciones de uso residencial, es decir, la mitad que en enero del 2006 y un tercio menos que en enero del 2007.

TABLA DE SALVACION En esta situación, una posible salida podría ser que la licitación de obra pública compensase en parte los efectos del parón de la actividad en vivienda de promoción privada. Esto pasaría por activar los proyectos de infraestructuras.

En estos momentos, tanto laAdministración estatal como laautonómica cuentan con planesque incluyen la creación deautovías y el corredor de alta velocidad,además de actuacionespendientes en infraestructurashidráulicas, que podrían ser latabla de salvación de muchasempresas, una vez que las constructorasde la región ya se hanafianzado en los concursos degrandes obras.

Ahora sería cuestión de queesos proyectos se plasmasen enlicitaciones que mantuviesen laactividad, manteniendo la licitaciónen los términos del últimobienio (donde se han rozado cadaaño los mil millones de eurosen concursos públicos), o inclusoaumentándolos para disminuirel impacto de la crisis, al menosen los próximos dos años, que escuando se espera lo peor.