La Unión Europea culmina el proceso de unión de 25 miembros. Los países candidatos han llevado a cabo profundas reformas que han desembocado en una creciente estabilidad y apertura económica que favorecerá el crecimiento sostenido. La transformación que viven las economías de los nuevos miembros convierte las inversiones que se realicen en una opción de alta rentabilidad para los próximos años y en un catalizador de la propia transformación llevada a cabo por nuestra economía. Extremadura, que ha avanzado significativamente en el proceso de internacionalización de sus empresas, ha relegado, sin embargo, la inversión en los países del Este por otras en economías tradicionalmente más ligadas al mercado español.

Lo cierto es que los Acuerdos de Asociación han dado lugar a un estrechamiento de las relaciones comerciales entre la Unión y el Centro y Este de Europa superior al registrado por el resto de la OCDE. De ello se deduce que con la adhesión se acentuarán aún más los intercambios comerciales, una circunstancia a tener en cuenta cuando se reabra el debate sobre los fondos de cohesión.

Por otra parte, no debe extrañar que la ampliación suscite el temor legítimo de algunas naciones, entre ellas España, a perder recursos que tan necesarios son para modernizar economías y garantizar la convergencia real. Por ello, la solidaridad no debe impedir que el resto de países con una renta per cápita actual inferior a la media comunitaria, España incluida, siga beneficiándose de los fondos europeos con objeto de no detener el proceso de acercamiento real. Es necesario, por tanto, tener en cuenta el llamado efecto estadístico que producirá una reducción notable de la renta media comunitaria, por lo que nuestro país se encontrará automáticamente por encima. De lo contrario, el coste del proceso de adhesión de nuevos miembros sería financiado por los actuales países receptores de los fondos europeos que son los de menor desarrollo.

Pese a la escasa presencia en la región, España tiene mucho que ofrecer a estos países e importantes ventajas sobre los demás socios comunitarios. A lo largo de estos años, nuestro país ha desarrollado una exitosa experiencia en la gestión de fondos comunitarios que resultará decisivo para estos países ante el cuantioso volumen de financiación que se desplazará al Este. Como bien sabemos los empresarios españoles, tan importante es contar con financiación apropiada para desarrollar inversiones como proyectos y recursos necesarios para canalizarlas. El modelo español de gestión de fondos comunitarios, que ya había despertado un enorme interés fuera de nuestras fronteras, es hoy por hoy uno de los principales activos.

Algunas compañías ya han ejercido de avanzadilla empresarial, comenzando a instalarse en Europa del Este. Las empresas han apostado por la situación estratégica de estos mercados y por los beneficios que ofrecen, lo que favorece de forma significativa la instalación de nuestras empresas y la apertura al exterior de la economía española.

Para los bienes de consumo españoles supone, además, una gran oportunidad de ampliar mercados. A partir de que se produzca la adhesión, los ciudadanos de los países del Este y Centro de Europa tendrán una mayor capacidad adquisitiva que les permitirá consumir más. Es ahí donde Extremadura tiene su gran oportunidad. De hecho, durante el pasado año las exportaciones de la región hacia los países del Este han aumentado un 43,5%, con respecto a 2002. Legumbres y hortalizas, automóviles y tabaco se han convertido ya en las mercancías extremeñas con mayor demanda. Y la oferta no ha hecho más que comenzar. Misma moneda, trasporte por carretera e iguales reglas para todos los miembros de la UE abren un mercado donde desarrollar todo el potencial exportador de Extremadura.

Las iniciativas comunitarias para acelerar el desarrollo económico e industrial de los Quince se orientan a facilitar la participación del capital privado junto a la financiación pública en los diez países de la ampliación. La CE calcula que las inversiones necesarias en estos países en infraestructuras de transporte hasta 2010 rondan los 90.000 millones de euros, una idea bastante aproximada de la magnitud de las inversiones previstas.

Las perspectivas de los países de la ampliación son, además, alentadoras. Los analistas esperan un sustancial y progresivo incremento de los flujos de capital hacia las economías del Este de Europa en los próximos años, que se sumarán así a las ayudas derivadas de su plena incorporación a la UE. No en vano, los programas de estabilidad que vienen aplicando los sitúa a la cabeza de las economías emergentes y dada la difícil situación por la que atraviesan otros mercados, este factor se convierte en un fuerte aliciente para la inversión extranjera, junto a los procesos de privatización que la región está llevando a cabo.

Al margen de lo económico, a España se le plantea una exigencia que no puede eludir: mantener su influencia en la toma de decisiones europeas, de tal modo que su peso político en el conjunto de la Unión no se vea trastocado por la entrada de nuevos miembros.