Una enfermedad que golpea el cerebro del enfermo y el corazón y el bolsillo de la familia. Así definen muchos al alzheimer, un mal neurodegenerativo frente al que de momento existen 300 fármacos en fase de estudio, y que acarrea unos costes al año 30.000 euros a los familiares de los 430.000 enfermos diagnosticados (la cifra de dementes asciende a 600.000) en España. Estos costes, en plena crisis económica, han de ser asumidos en el 80% de los casos por los familiares, según denuncia la Confederación Española de Afectados y Familiares de Alzheimer (Ceafa).

El coste de cuidar a los enfermos que padecen alguna demencia está estimado en 2010 en unos 442.000 millones de euros, más del 1% del PIB de todo el mundo, según un informe divulgado ayer por el Instituto Karolinska de Suecia y el King´s College de Londres. El coste del tratamiento de las demencias equivaldría a la decimoctava economía del mundo.

Si se califica la enfermedad de alzhéimer según los grados se hablaría de grave o leve. Grave se caracteriza por una pronta alteración del lenguaje, una importante atrofia cerebral y reducción de masa cerebral. De carácter leve esos mismos síntomas aparecen más tarde y con menor virulencia, y los enfermos tienen una buena convivencia social.

Las personas con diabetes tienen entre un 50 y un 70% más de posibilidades de padecer alzhéimer, según un proyecto del departamento de Farmacología de la Universidad de Navarra centrado en la detección precoz de esta enfermedad a través de marcadores genéticos. El objetivo es encontrar mecanismos biológicos que expliquen qué funciona mal.

La división farmacéutica de la empresa Neuron BPh y el grupo de Química Organometálica y Catálisis Homogénea de la Universitat Jaume I (UJI) han evaluado las posibles aplicaciones de una serie de compuestos de rutenio que podrían usarse para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, que actúa como neuroprotector