"Hemos vuelto a dar cuerda al reloj de la alta velocidad". Para España, en palabras de su ministro de Fomento, José Blanco, ese fue el cometido de la reunión de ayer en Lisboa. Porque, a su juicio, el carrillón no terminaba de sonar bien durante los últimos meses en lo que se refiere al AVE entre ambos territorios. Más que nunca, Blanco percibía dos países y también dos velocidades para un proyecto común: en Portugal los trazados habían quedado estancados en los despachos de la burocracia, mientras en territorio español una parte de los tramos del enlace Madrid-Badajoz estaba y está ya en obras (concretamente de Novelda a Aldea del Cano --ver gráfico--), mientras en el resto los proyectos de estudio se están adjudicando a cuenta gotas pero sin freno.

Dos son las causas que han originado esta falta de sincronía. Por un lado las elecciones legislativas del pasado mes de septiembre en Portugal. Esta cita electoral motivó que, antes del verano, el primer ministro luso, José Sócrates (del Partido Socialista) anunciase una paralización de todos los proyectos del AVE y sus procesos administrativos. Su objetivo, según explicó, era no comprometer al Gobierno que saliera elegido de las urnas, dada la alta inversión prevista para la construcción de los tramos portugueses de los trenes de alta velocidad Madrid-Lisboa, Lisboa-Oporto y Oporto-Vigo (en total, cerca de 7.000 millones de euros, según RAVE, la empresa pública encargada del desarrollo de esta infraestructura en el país vecino).

Por otro, la delicada situación económica por la que atraviesan las arcas públicas lusas. De acuerdo con las estimaciones de algunos organismos internacionales, la deuda pública del Estados portugués podría ser superior a los 40.000 millones de euros. De hecho, uno de los principales problemas con los que se encuentra el Gobierno de Sócrates para cumplir con sus compromisos con España sobre el AVE es la falta de liquidez para financiar las obras.

El ejecutivo luso busca soluciones para costear el comienzo del trazado Lisboa-Caya, que es el proyecto prioritario y que tiene un presupuesto inicial de 2.400 millones de euros. Es lo que más preocupa en este momento, porque a diferencia de España, el país vecino espera amortizar esta ingente inversión a medio plazo con la entrada de empresas privadas (bajo modelo mixto) en la gestión de la línea y las estaciones.

"Mi conclusión es que hay disposición y voluntad para crear condiciones, acelerar los proyectos y que todos los objetivos sean cumplidos", manifestó el ministro de Obras Públicas de Portugal, Antonio Mendoça, que confía en lograr, en poco tiempo, hacer cumplir los deseos de José Luis Rodríguez Zapatero, que hace un año en Zamora aseguró que los dos países deben situarse en "la misma hora política" para que el AVE llegue a ser una realidad en el 2013.