Cuatro de cada diez contribuyentes extremeños marcan la casilla en la declaración de la renta que envía el 0,52% de sus impuestos a las arcas de la Iglesia. El porcentaje supera la media española, que es del 33%. Sin embargo, esta aportación no logra cubrir las necesidades de la institución en Extremadura, y, como ocurre con los fondos de compensación que funcionan a nivel estatal, debe ser completada con recaudaciones generadas en otras comunidades.

Esto es así porque pese a tener más fieles dispuestos a reflejarlo así en su declaración de la renta, el nivel de ingresos en la región es menor, por lo que las aportaciones medias son también más bajas.

De este modo, y según los últimos datos, los ingresos eclesiásticos por IRPF en Extremadura rondan los 1,6 millones de euros anuales, mientras que las archidiócesis y diócesis de la región reciben por este concepto algo más del doble.

Aportación de los fieles

El segundo pilar de la financiación en la Iglesia de Extremadura lo constituyen las aportaciones de los fieles, el conocido cepillo . Estos ingresos suman alrededor de tres millones de euros, aunque sufrieron una merma importante debido al redondeo .

Esta actitud, que mereció en su día una reconvención pública del arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, causó un descenso de los ingresos de alrededor del 20%. El problema es que los fieles, que hasta la entrada en vigor del euro depositaban en el cepillo una moneda de 100 pesetas, sustituyeron este óbolo por una moneda de 50 céntimos de euros, es decir, el equivalente a 80 pesetas, cuando no utilizaban, como manifestó algún sacerdote, el cepillo para deshacerse de las inútiles monedas de uno y dos céntimos, dando mucho peso pero escasa recaudación.

El resto de los ingresos vienen de lo que genera el propio patrimonio, el pago a los profesores de religión y subvenciones de distinto tipo.

En total, los presupuestos de ingresos rondan los once millones de euros. A ello habría que sumar aproximadamente dos millones de euros que la Iglesia obtiene a través de su ONG, que se benefician de los programas de ayuda que pone en marcha el Gobierno y la propia Junta con los fondos de cooperación. Eso sí, estos ingresos deben ser debidamente justificados en gastos en los programas a los que se ha financiado.

En cuanto a los gastos, aproximadamente la mitad del presupuesto se va en pagos a sacerdotes y otro personal. También son muy importantes los fondos destinados a la actividad pastoral y los que se van a la reparación y rehabilitación de los edificios religiosos. Aportación a colectas y actividades asistenciales completan este capítulo que suele cerrar el ejercicio con déficit.