Lo que no se puede consentir es que digan que a ver si en Badajoz va a ocurrir lo mismo que en Cáceres, por la sentencia de la Madrila. Como si ese fuera el camino. Yo a eso lo llamo coacciones y amenazas. Y lo digo claramente». Así se expresa Antonio Martínez, gerente de la Cetex (Confederación Empresarial de Turismo de Extremadura), que se ha convertido en los últimos meses en la voz que representa a los hosteleros de los bares de copas en la región.

Hace días que es una de las partes implicadas en la batalla que enfrenta al ocio nocturno con el descanso de los vecinos. Esta vez el foco está en Badajoz por la próxima celebración del Carnaval. Entre este viernes 9 y el martes 13 de febrero, los locales podrán estar abiertos y con barras en la calle hasta las ocho de la mañana. A esa hora deberán cerrar para facilitar la limpieza y reposición de mercancias; pero a mediodía volverán a abrir. Eso sí, los altavoces están prohibidos. Aunque en medio de la polémica, el alcalde pacense, Francisco Javier Fragoso, ha manifestado que, personalmente, preferiría que hubiera música en la vía pública por lo que el Carnaval significa en Badajoz (declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional).

En el otro bando, las asociaciones contra el ruido Espantaperros y SOS Casco Antiguo, que hacen de representantes de los residentes de la parte antigua, donde se concentra gran parte de la animación carnavalera. Habían pedido que, como ocurre en otros eventos de la ciudad, se les permitiera a los bares solo una ampliación de dos horas. «Lo lógico es que en una zona saturada de ruidos, como lo es el Casco Antiguo, la tendencia sea reducir horario, no ampliarlo, es lo que dice la ley», se lamenta José María Iglesias, de Espantaperros.

Y como telón de fondo, la citada polémica de la Madrila, la histórica zona de marcha de Cáceres, donde las denuncias vecinales han terminado con una sentencia de dos años de cárcel para la exalcaldesa Carmen Heras por, según la Justicia, no atajar el problema. La pena de prisión también ha llegado a los responsables de varios locales.

LOS ARGUMENTOS / La creación de puestos de trabajo en estos días señalados de fiesta es la razón clave que arguye Antonio Martínez para defender la amplitud de horarios. Asegura que las plantillas logran aumentar hasta en un 30% porque la caja se incrementa entre un 10 y 15%. «Hay muchos bares que han tenido que cerrar, pero los que están abiertos han conseguido tener más empleados», asegura. Y recuerda que el ocio nocturno significa el 4% del PIB (otro debate es analizar qué tipo de contrato se genera y qué parte de precariedad lleva implícita).

Desde el otro lado, el argumento se resume en que el descanso es un derecho básico que han de tener todos los ciudadanos. Más aún si el problema se ubica en zonas donde la normativa municipal dice que ya se ha sobrepasado el nivel de decibelios.

Para tener más fuerza en la defensa de su postura, la Plataforma Extremeña contra el Ruido (que funciona de manera coordinada desde hace ya un año) quiere ahora lograr entidad jurídica propia. Está compuesta, además de SOS Casco Antiguo y Espantaperros, por la asociación de Valdepasillas (también de Badajoz), Cacereños contra el ruido, Intramuros de Plasencia y Afectados de la C/ José Ramón Mélida (Mérida).

EL LÍMITE / En Extremadura hay oficialmente tres zonas saturadas de ruidos: una en Badajoz y dos en Cáceres, donde la terminología empleada es «ambientalmente protegidas». Significa que no se pueden abrir nuevos bares y que se vigila de cerca el traspaso de titularidad.

En la capital pacense es buena parte del Casco Antiguo. Precisamente esta semana el Ayuntamiento ha anunciado que la protección se amplía hasta 2021, es decir, que en los próximos tres años no se otorgarán nuevas licencias. Antes también lo fue la Urbanización Guadiana, entre 2008 y 2011. Pero a partir de ahí se consideró que ya no era necesario (la crisis fue acabando con muchos negocios).

En Cáceres son la Madrila y la Plaza Mayor, que incluye el entorno, como por ejemplo la calle Pizarro, que ahora es foco de polémica por la protesta de los residentes de esta vía.

Tanto en Mérida como en Plasencia no existen zonas saturadas de ruido. Desde el Ayuntamiento emeritense explican que en 2009 el anterior gobierno del PSOE aprobó una ordenanza municipal para que existiera esta posibildad, pero cuando llegó el PP al Consistorio la eliminó y desde entonces no ha habido más modificaciones al respecto. En Plasencia hubo gestiones a lo largo de 2013 para proteger algunas calles de intramuros, pero finalmente el Consistorio no tramitó ningún expediente con la Junta porque la conclusión de las mediciones es que no se sobrepasaba el nivel de decibelios.

EL CÓDIGO ÉTICO / A pesar del enfrentamiento, vecinos y empresarios aseguran que no quieren echar más leña al fuego y confían en encontrar el equilibrio. La Cetex lanzó un código ético para que lo firmaran los locales asociados con el que se comprometían a evitar el barullo en las puertas de los bares (prohibiendo, por ejemplo, el trasvase de bebidas a vasos de plástico a los clientes que quieren salir a fumar a la puerta) y a cerrar a la hora estipulada. «Básicamente, cumplir la ley, que es lo que deberían hacer, y así se evitarían muchos problemas», respondía el portavoz de la asociación Espantaperros.

A esta declaración de intenciones se han sumado establecimientos de Cáceres, Badajoz y Navalmoral de la Mata. También han mostrado interés algunos de Mérida (en Plasencia no ha habido aún pronunciamiento).

Pero la realidad es que la polémica sigue abierta y la proximidad del Carnaval ha caldeado los ánimos esta vez en Badajoz. «Entendemos que esta fiesta es algo puntual, pero es que sufrimos el escándalo todos los fines de semana», insiste Iglesias.

El gerente de Cetex se defiende afirmando que el 90% de las denuncias que ha habido en los bares de la parte antigua pacense son siempre a dos o tres locales que no pertenecen a la Confederación.

NO SoLamente los decibelios / Pero el problema, muchas veces, no es solo cuestión de decibelios. En este sentido, Antonio Manzano (portavoz del partido Badajoz Adelante), en calidad de vecino del Casco Antiguo, enviaba una carta al director esta semana a EL PERIÓDICO EXTREMADURA en la que rezaba: «Escucho música en Carnaval hasta altas horas de la madrugada, es el tributo a pagar por el privilegio de vivir en el corazón de mi ciudad. No es intolerable que haya ruido [...], sino que se meen en mi calle cientos de personas, sin que haya los servicios suficientes ni la más mínima vigilancia policial».

Ocio y negocio nocturno versus la paz de los residentes. Una confrontación de intereses que se acentúa cuando se aproximan noches de diversión para unos y de tortura para otros. Así lo viven ambas partes.

«Y dice el Ayuntamiento que va a dar dinero a los vecinos para que nuestras viviendas puedan tener aislamiento acústico», manifesta el portavoz de Espantaperros. Y apostilla: «A mí no me pueden decir que estoy amenazando a nadie. Solo pedimos que se cumpla la ley porque, lógicamente, no queremos llegar a lo que ha ocurrido en Cáceres».