La sangría del martes en Bruselas podía haber sido infinitamente mayor. La bomba más potente de las tres preparadas por la célula terrorista que actuó en el aeropuerto internacional de la capital belga, una hora antes del ataque perpetrado en el metro, no llegó a estallar. "Tenía la carga explosiva más importante", confirmó ayer el fiscal general de Bélgica, Frédéric Van Leeuw, apuntando a que el hecho de que no explotara evitó que se produjeran muchas más víctimas. La investigación avanza y establece una conexión directa con los atentados de París.

Según los datos revelados hasta el momento, la primera de las explosiones en el aeropuerto se produjo a las 7.58, a la altura del mostrador de facturación 11 de la terminal de salidas. Nueve segundos más tarde tuvo lugar la segunda. Las grabaciones de las cámaras de seguridad permitieron a las autoridades detectar a tres sospechosos, cuya fotografía pronto empezó a circular.

Uno de los presuntos kamikazes fue identificado gracias a las huellas digitales como Ibrahim El Bakraoui. El segundo suicida del aeropuerto, a la izquierda en la fotografía, no fue identificado oficialmente por la fiscalía, aunque algunos medios informaron de que se trataría de Najim Laachraoui. La policía busca "activamente" al tercer sospechoso, que se escondía tras un sombrero y que huyó del aeropuerto de Zaventem dejando en el suelo una bolsa con explosivos.

El artefacto, con varios kilos de carga que podrían haber destrozado el resto del hall del aeropuerto, según el diario La Libre.be , sí estalló debido a la inestabilidad del material pero lo hizo cuando ya estaban en el edificio los artificieros sin que nadie resultara herido.

Sobre Najim Laachraoui pesaba una orden de busca y captura desde el 2014 y conduce directamente a los atentados de París. Laachraoui fue supuestamente el artificiero de la célula terrorista que bañó de sangre la capital francesa. Las autoridades encontraron rastros de su ADN en el material explosivo utilizado en los ataques y era activamente buscado desde el pasado 4 de diciembre. Habría sido controlado, bajo la identidad falsa de Soufiane Kayal, cuando cruzaba la frontera austro-húngara en septiembre del 2016 en compañía de Salah Abdeslam y Mohamed Belkaïd, el argelino de 35 años abatido la semana pasada por la policía en Forest.

En cuanto al ataque en el metro, la investigación policial permitió confirmar que se produjo a las 9.11 cuando un terrorista suicida, identificado como Khalid El Bakraoui, hizo estallar otro artefacto en el segundo vagón del convoy cuando estaba en la estación de Maalbeek.

La denuncia de un taxista, que identificó a los tres sospechosos del aeropuerto tras ver su fotografía por la televisión, permitió a las autoridades belgas lanzar una operación policial en la zona de la estación del barrio de Schaerbeek, donde el taxista les recogió para trasladarlos a Zaventem. Los terroristas pidieron una furgoneta para trasladarse al aeropuerto con cinco maletas. Al venir un taxi, el conductor les hizo dejar dos de los bultos.

En esa redada las fuerzas antiterroristas se incautaron de 15 kilos de explosivo TATP (el mismo utilizado en París), 150 litros de acetona, 30 litros de agua oxigenada, detonadores, una maleta llena de clavos así como otro material destinado a la fabricación de un artefacto explosivo. Desde Ankara, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lanzó una sombra de sospecha sobre la actuación de las autoridades belgas al revelar que uno de los kamikazes de Bruselas fue arrestado en junio del 2015 en Turquía y expulsado a Bélgica, pero puesto en libertad, que no confirmaron sus vínculos con los yihadistas "pese a las advertencias" de Turquía. Un responsable turco precisó que se trata de Ibrahim El Bakraoui.