El escándalo de la red andaluza que traficaba con bajas médicas presuntamente fraudulentas ha vuelto a poner sobre la mesa el siempre delicado asunto del fraude en las incapacidades temporales (IT). Los datos que manejan la Seguridad Social y la Junta de Extremadura indican que los extremeños logran cada año, al menos, unas 5.000 bajas laborales que en realidad son falsas, es decir, el 12% de las que se registran anualmente.

Ese cálculo, realizado por la Dirección de Prestaciones del Servicio Extremeño de Salud (SES), supone que estas falsas incapacidades laborales acarreaban hace dos años un gasto anual de 20 millones de euros a las arcas públicas, una cifra que sube cada año.

Los primeros datos facilitados por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales con respecto a las incapacidades temporales corresponden al año 2005, y señalan que en ese ejercicio los extremeños pidieron 40.068 bajas laborales por contingencias comunes (este apartado excluye los accidentes laborales). De éstas el SES considera que en torno al 12%, es decir, 4.800, podrían ser fraudulentas.

DATO SOSPECHOSO Sin embargo, hay otros indicadores que apuntan a que el volumen de fraude podría ser aún mayor. El año pasado la Unidad de Valoración de Incapacidades del Instituto Nacional de la Seguridad Social llevó a cabo 393.895 citaciones. El primer efecto, que algo más de 91.000 presuntos enfermos se dieron de alta inmediatamente, mientras que otros 2.000 fueron dados de alta de forma forzosa por no acudir a la cita, o lo que es lo mismo, que uno de cada cuatro trabajadores de baja volvió al trabajo.

Rafael Bohórquez, director provincial en Cáceres de Fremap, la Mutua de Accidentes de Trabajo y Enfermedades profesionales de la Seguridad Social, asegura que se ha detectado que son las regiones más desfavorecidas en las que el desembolso que realiza la Administración central en incapacidades temporales es más alto, debido a la existencia de bolsas de fraude. "En estas zonas existe una cierta tendencia a este tipo de fraude, por el contrario en regiones industrializadas la incapacidad es menor", sostiene Bohórquez.

En estos engaños las patologías más comunes son las del dolor o las depresiones, "que son las más difíciles de detectar", advierte el director provincial de Fremap, quien señala que no existe un sector determinado en el que se produzcan un mayor número de fraudes, "ya que se trata de casos particulares".

Las estafas son más difíciles de descubrir en las bajas de corta duración y el fraude suele producirse con mayor frecuencia en municipios del entorno rural, ya que, advierte Bohórquez, "en estas zonas, determinadas bajas se han solicitado porque sin ellas la persona no tendría ingresos económicos, se han pedido antes de que finalizara el contrato".

Bohórquez insiste en que el incremento en la detección de este tipo de estafas se debe a que desde la Administración se está realizando "un importante esfuerzo para mantener a raya este problema, pues la Seguridad Social está limitada y si no se hace de esta manera las prestaciones económicas pueden llegar a recortarse".

Por su parte, Francisco Díaz, director de la mutua Asepeyo en Villanueva de la Serena y Mérida, explica que los casos donde se adivina un mayor fraude son los referidos, especialmente, a problemas psicológicos y dolores musculares, especialmente de espalda, puesto que son los más difíciles de certificar.

Díaz reconoce que las mutuas no saben exactamente qué nivel está alcanzando la bolsa de fraude en las bajas, pero está claro, añade, "que nada más recibir la carta certificada de la mutua muchos trabajadores piden el alta a su médico de cabecera". A su juicio, hay trabajadores que quieren ignorar que "hay patologías compatibles con el trabajo", incluso en su tratamiento.