--¿Su actuación será continuista en proyectos como la refinería de Tierra de Barros?

-- La continuidad no es una palabra, es una consecuencia. Las fechas las ponen los ciudadanos, no los políticos. La historia de estos 23 años de Extremadura no es la historia del PSOE. El PSOE ha sido la herramienta en manos de los ciudadanos para desarrollar esta región. No hay motivos para un cambio, pero hay que pelear la confianza de la gente hasta el último día. La refinería es fruto de una reflexión, pero no es el epicentro de todas nuestras aspiraciones, ni tiene por qué serlo del desarrollo industrial de Extremadura. Lo que sí creo es que es un debate que tiene que plantearse con cierta serenidad. Y parte de culpa de esa situación la tenemos nosotros.

Viendo con perspectiva, creo que la manifestación que hicimos en Villafranca fue un error, porque situamos el debate en la calle. Y ahora no entendemos que sea así, y no queramos admitir manifestaciones, cuando nosotros lo situamos ahí. En ese momento lo creímos necesario porque pensamos que había que apoyar a un compañero que lo estaba pasando mal. El debate debe situarse en la racionalidad. Hay que cumplir las leyes y la iniciativa privada, en un mercado como el actual, no puede tener más trabas que las que las leyes imponen. Seamos exigentes con el cumplimiento de las leyes y seamos capaces de discutir entre nosotros. Pero seamos serios, no podemos, en Extremadura, exigirnos cifras de paro en la media nacional sin utilizar instrumentos que han utilizado todos.

--¿Es esa la comarca idónea?

-- Seguro que hay tantas ubicaciones como opiniones de gente a quien se les pregunte por el tema, pero la iniciativa privada también debe tener voz propia. ¿Qué pasa, que lo que no es bueno para Tierra de Barros lo puede ser para otros? Tal vez, si yo estuviera en el lugar de un vecino de Villafranca tendría su misma opinión, pero cuando hay que conjugar los intereses comunes de esta región, entonces surge otra visión de las cosas. A nosotros no nos va la vida en ello, pienso que beneficia al desarrollo industrial de Extremadura por el efecto llamada que puede suponer para el mundo empresarial e industrial.

--¿Considera que existe un modelo de desarrollo industrial muy concentrado?

-- En parte sí. Alguien puede llegar a pensar: ¿Es bueno que el acero, el cemento o los derivados del petróleo estén en manos de una sola empresa? Eso no es ni bueno, ni malo. Es que es el único empresario que ha arriesgado y ya es hora de que, algún día en esta región, se le reconozca a una serie de gente su voluntad empresarial. Y eso, en tiempos en los que nadie confiaba en nosotros, en los que nos tomaban por locos cuando se planteó abrir una siderurgia en el sur cuando estaban cerrando en el norte. Lo que sí creo es que en Extremadura debemos sacar provecho en nuestra ubicación. De Madrid a Lisboa, la ciudad más importante es Badajoz. La de más encanto, Cáceres. Y la de mayor potencialidad, por estar cruzada por autovías y con una gran historia, se llama Mérida. Ya es hora de acabar con el victimismo. Debemos ser conscientes del potencial que tenemos.

--¿Es esa la base de su proyecto de ciudad de ciudades?

-- Sí. Extremadura no tiene una ciudad que por sí sola tenga tirón dentro del PIB regional. Un ejemplo: Lo que es Santander en Cantabria o Zaragoza en Aragón. En nuestra región tenemos ahora todas nuestras grandes ciudades unidas por autovía y eso nos puede ayudar a proyectar un futuro unidas. En cruzar Madrid se tarda más que en ir de Don Benito a Badajoz. Y sin embargo, en Madrid se sienten de Madrid, vivas en Barajas o en Aluche. Y aquí, que nuestra ciudades no están unidas, pero pueden estar juntas, lo que hacemos es competir, mirando a ver qué hace la Junta. Debemos sumar y complementarnos, no hacer políticas conjuntas con un palacio de congresos en cada pueblo.