La solicitud de los ayuntamientos de Llerena y Olivenza para crear un sistema de vigilancia mediante videocámaras no es ninguna novedad, ni en Europa ni en España. Pero tampoco es una iniciativa desconocida en la comunidad autónoma.

Más allá de los equipos de seguridad con los que cuentan entidades bancarias, comercios y otros negocios, algunas de las principales ciudades extremeñas ya se habían planteado adquirir un grupo de cámaras que les permitiese grabar minuto a minuto lo que ocurría en sus calles. Un ejemplo de ello es Cáceres. Su edil de Seguridad Ciudadana, Santos Parra, confirmó en julio que su concejalía estaba estudiando la posibilidad de instalar sistemas de videovigilancia en "tres o cuatro áreas urbanas" --principalmente las rutas de la movida : la plaza Mayor, la Madrila, la zona del botellón y algunos parques-- para hacer frente al vandalismo. Es más, la ciudad ya cuenta con una red de cámaras, aunque destinadas al control de la circulación por parte de la Policía Local.

La iniciativa tampoco es ajena para los emeritenses. En el verano del 2005, el equipo municipal lo planteó como sistema de seguridad vecinal, pero la iniciativa no llegó a prosperar, al menos en las calles y plazas, porque sí que se implantó en los autobuses de la empresa municipal de transporte. Además, la Junta de Extremadura propuso colocar cámaras en los monumentos de la ciudad para evitar agresiones contra el patrimonio histórico-artístico. En ninguno de los casos faltó la polémica, al surgir grupos opositores que consideraban que se podía incurrir en una violación del derecho a la intimidad y privacidad.

Las solicitudes de Llerena y Olivenza son las primeras que se plantean en Extremadura y llegan hasta la Comisión de Garantías de Videovigilancia, pero en España ya existían algunos precedentes. De hecho, una veintena de municipios de la Comunidad Valenciana propusieron en octubre a la Delegación del Gobierno en esa región instalar videocámaras para controlar la delincuencia. En apenas un año y medio, muchos de ellos verán ese proyecto hecho realidad.

Desde los años 90

Pero la moda de las videocámaras no es un fenómeno nuevo. Ya en los años 90, el propio Ministerio del Interior sondeo la posibilidad de velar por la seguridad ciudadana a través de imágenes en directo de los espacios públicos de las principales ciudades del país. Otra cosa es lo ocurrido en Inglaterra o Francia, donde la amenaza del terrorismo ha convertido a sus capitales en los núcleos urbanos más televigilados del planeta. De hecho, según un reciente informe de académicos londinenses, Gran Bretaña tiene el dudoso récord de poseer una cámara de vigilancia por cada 14 ciudadanos.