Quiénes son los que están pagando el pato del alza continua del precio del petróleo parece claro: los transportistas y los consumidores en general, a los que llenar un depósito de gasóleo de 70 litros les cuesta nueve euros más que hace un año y 18 más que hace dos.

Pero, ¿quiénes se benefician? A tenor de la evolución de precios, las grandes petroleras, que han sabido sacar tajada de la situación. Así, hace seis años el petróleo estaba a menos de 23 euros el barril, y el litro de gasóleo se pagaba --excluyendo los impuestos-- a 22,3 céntimos.

Ahora el barril Brent para entrega en septiembre está a 47,8 euros, y el gasóleo sin impuestos vale 48,4 céntimos. Un simple cálculo vale para determinar que el gasóleo ha subido nueve puntos más que el petróleo, con la fórmula de aplicar al combustible las subidas del crudo de manera inmediata pero luego no hacer lo mismo cuando baja el petróleo.

La muerte del rey de Arabia, la situación de Irak, la pujanza china o el huracán, todo vale para justificar las alzas. El último ejemplo es precisamente el del huracán: se dice que el petróleo ha subido hasta rondar los 70 dólares el barril, y por eso el gasóleo cuesta más, pero no se dice que el petróleo a 70 dólares es el que se va a pagar dentro de dos meses, no ahora, que cuesta seis dólares menos.

Tampoco el Estado se queda atrás. El precio del gasóleo en surtidor está gravado con el impuesto especial, el céntimo sanitario (ambos fijos) y un IVA del 16%. Ese en este último donde se hace caja: si el gasóleo cuesta 84 céntimos, el Estado recauda 11,6 céntimos por litro. Si cuesta 97 céntimos, se queda con casi 16.