Tiene 47 años y desde los 16 lleva trabajando en la construcción. Sus últimas ocupaciones fueron en una constructora en la que estuvo 12 años y, los últimos cinco meses, en una industria haciendo una nave. Desde hace poco más de un mes, Rafael --nombre ficticio-- está en paro y complementa la prestación por desempleo con obras de albañilería que le van saliendo. "Hago de todo. Me costaba un poco más el pladur, pero ya también estoy metido en el tema", afirma este cacereño, que a continuación matiza: "Bueno, el yeso no, si hay que hacer algo, llamo a un yesista".

¿Cómo le llegan los clientes? "Me conoce mucha gente en Cáceres. Además, cuando quedan contentos contigo, te vuelven a llamar". De hecho, él ya realizaba este tipo de labores cuando trabajaba por cuenta ajena: "Lo hacía durante los fines de semana", cuenta. Rafael reconoce que "tienes que andarte con cuidado, si te ve un inspector.... Si te cogen lo primero que hacen es quitarte todo el paro y tienes que devolver lo que hayas percibido". En este sentido, indica que a veces hay "chivatazos ", tanto de empresas como de otros competidores no dados de alta: "Porque no le caes bien a alguno o porque ven que hay alguien trabajando donde ellos han hecho antes un presupuesto". Por este motivo, añade, "apenas sales de la vivienda, a menos que sea para tirar escombros".

Dependiendo de la dimensión de la obra, trabaja solo o llama a "un cuñado" o algún amigo" para que le ayude o haga trabajos más específicos, como los de fontanería. Unas veces están dados de alta, otras no, "lo importante es que te atiendan". Sobre la posibilidad de tener un accidente, señala que la probabilidad es baja. "A un andamio no me voy a subir estando en paro", arguye. Y sobre los precios, resalta que "hay mucha competencia", por lo que no se pueden elevar mucho, ya que de lo contrario, "siempre va a haber alguien que lo haga más barato". Cinco días de trabajo haciendo un baño, por ejemplo, entre 400 y 450 euros.