La guerra civil separó a muchas familias. Las inclusas se llenaron de niños cuyos padres les abandonaron, en muchas ocasiones, por temor a que les ocurriera algo. Algunos fueron adoptados, otros crecieron en orfanatos a la espera de que la posguerra les devolviera todo lo que habían perdido.

La vida transcurrió y las pistas, al igual que los recuerdos, se fueron borrando al mismo tiempo que se intentaba suicidar parte de una memoria bélica que convivió durante años con los españoles.

La mayoría de los casos que llegan a la Asociación Nacional Derecho a Saber tuvieron su origen en la guerra civil o en los años de la posguerra. Cada caso es una historia repleta de miserias y cada historia se inicia con una tragedia personal, pero ninguna, aseguran desde la asociación, como la que le ocurrió a una miliciana pacense.

"Hace poco acudió a nosotros una mujer mayor, venía de Portugal, decía ser de Badajoz pero apenas recordaba cómo hablar en español. Llegó a la asociación desesperada, pidiendo por favor que le ayudáramos a buscar a su hija a la que perdió en la guerra civil", cuenta la presidenta de la asociación, Mari Cruz Martínez.

EL UNICO RECUERDO

Las dificultades eran muy grandes. La mujer no recordaba el nombre de la calle en la que abandonó a la niña, ni el del pueblo. Tampoco podía memorizar el año en el que ocurrió. El único recuerdo que le quedaba era el del rostro de su hija y el de una triste historia.

"La mujer aseguraba que su marido y ella eran milicianos y que con la entrada de los nacionales en Badajoz tuvieron que huir con su hija recién nacida. Fueron sorprendidos por soldados en un pueblo fronterizo con Portugal y les dispararon, matando en el acto al marido. Ella escapó por una calle y decidió dejar a su hija junto a una puerta para que no la mataran. Más tarde pasó a Portugal, en donde ha vivido hasta ahora".

La asociación encontró el pueblo, encontró la calle y la puerta, pero no ha podido encontrar a la niña. Nadie sabe nada de ella.