El perfil del ludópata extremeño es el de un hombre, menor de 35 años. A partir de ahí se pierde la homogeneidad, porque no se distingue entre clase social o nivel de ingresos, ni tampoco por estado civil. La mujer suele decantarse por el bingo, que se juega en lugares más privados, mientras que el varón prefiere las tragaperras.

Los juegos más adictivos son el bingo y las tragaperras, por la inmediatez del premio, aunque el ludópata también ´picotea´ en otros juegos. En el caso de las máquinas, la adicción al juego suele terminar asociándose a una adicción al alcohol, al estar éstas situadas en los bares, y jugarse entre copa y copa.