"Me siento orgulloso del triunfo y me siento avergonzado de la miseria cuando la tuve. Nada más y muchas gracias". Estas serán, si no pasa nada extraño en el próximo mes, las últimas palabras del presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en el Parlamento regional. Y es que Ibarra se despidió ayer, después de 24 años, de la tribuna parlamentaria.

El adiós del presidente extremeño pilló por sorpresa a muchos de los presentes. Eran las 12.35. Estaba hablando de ETA, de De Juana Chaos, del 11-M... y apenas un segundo después anunciaba en tono solemne: "Es mi última intervención en esta tribuna. Para mí se acabó esta legislatura. Ya no volveré más a hablar aquí".

Era el momento de hacer balance, aunque este fue muy breve y muy estudiado. Rodríguez Ibarra recordó que lleva en la Asamblea 24 años "para lo bueno y para lo malo". Agradeció el apoyo que ha tenido en este tiempo del Grupo Socialista e incluso las críticas de la oposición.

Lamentó las ocasiones en las que haya "ofendido a alguien" dirigiéndose al presidente del Partido Popular, Carlos Floriano, aunque achacó estas posibles ofensas a una "tribuna muy traidora" en la que "se consigue el triunfo y también, en algunas ocasiones, nos realizamos por la miseria". Eran las 12:36 e Ibarra abandonaba la tribuna con los diputados socialistas puestos en pie.

Suárez, el "anciano"

En ese momento Floriano pidió la palabra para, entre otras cosas, despedirse de Ibarra, lo que le costó un pequeño enfrentamiento con el presidente de la Cámara, Federico Suárez, que también aprovechó la situación --"ya que nos estamos despidiendo todos permítanme que yo también me despida agradablemente"-- para finalmente pedir respeto a "la ancianidad de esta presidencia".

En su nueva intervención, en este caso en el debate sobre la refinería, Floriano pudo por fin expresarse. Recordó los numerosos debates y discrepancias que ha mantenido siempre con Ibarra al tiempo que reconoció que esta experiencia le ha hecho "madurar dialécticamente" y le ha dado "una determinada manera de debatir".

Pese a sus numerosas y evidentes diferencias, el dirigente popular buscó un punto de unión con el aún presidente de la Junta de Extremadura: "Comparto algo, de todo corazón, con su idea de hacer las cosas, que es la pasión por Extremadura". Y, por último le pidió disculpas por las posibles ofensas lanzadas en esas eternas discusiones.

Una hora y media después, ya en rueda de prensa, Juan Carlos Rodríguez Ibarra reconocía que no echará de menos la tribuna del Parlamento porque "es un martirio". "Se está mejor en la mesa camilla preparando las clases", añadió entre risas.

Extremadura dijo ayer adiós a un parlamentario temido y admirado, de verbo claro y directo, que ahora, asegura, prefiere la mesa camilla a la tribuna.