El presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ensalzó ayer la figura del Rey como símbolo de unidad nacional durante una intervención en la que, entre líneas, hizo alusiones a los nacionalismos a través de referencias históricas y culturales, al igual que lo hiciera en el discurso institucional del Día de Extremadura celebrado en el Teatro Romano de Mérida.

El jefe del ejecutivo regional, que agradeció en nombre de los extremeños el trabajo que desarrollan los monarcas en favor de "la democracia, la libertad y la cultura", señaló que actualmente vivimos en un mundo en el que "todas las brújulas que antes apuntaban al norte están descolocadas", e incidió en la importancia del idioma español para hacer frente al mundo anglosajón. En este sentido, destacó el valor de un acto como el celebrado ayer en Cáceres y que refleja el peso del mundo latino y su acervo cultural.

Así, hizo un inciso en el que aseguró que son los hechos demográficos los que explican este tipo de fenómenos, como, argumentó, ocurrió en el siglo XV, "cuando la Corona de Castilla, donde por cierto se encontraban Galicia, Guipúzcoa, Vizcaya y Alava, tenía una población de cuatro millones y medio de habitantes, mientras que la de Aragón tenía sólo 850.000".

LAS NECESIDADES Para Ibarra, fue la demografía y la necesidad que las personas tenían de comunicarse lo que provocó que una lengua se extendiera más que otra, de tal forma, recordó, que en el siglo XVI el 80% de los peninsulares hablaban ya el castellano. "Algo inaudito en Europa, porque en la Francia de la Revolución sólo uno de cada tres franceses hablaba francés y en 1830 en Italia sólo el tres por ciento de los italianos hablaban el italiano", matizó.

El presidente utilizó estos datos para argumentar su discurso sobre el modelo territorial, señalando que a partir de esas fechas, fueron las revoluciones las que unificaron y eliminaron las barreras, "principalmente las lingüísticas, que daban lugar al feudalismo reinante en esos territorios, que no querían que se orearan, que se airearan, que se mezclaran y que se confundieran. Aquí fracasaron las revoluciones y, por eso, todavía seguimos teniendo territorios donde el feudalismo se impone, intentando establecer barreras que hagan posible que derechos injustificables se justifiquen a través de una historia que fue consecuencia de un fracaso".

Por ello, destacó el papel que juega el Rey en una "comunidad que sólo él defiende y en la que algunos le seguimos".