"Fueron tiempos de muchas tensiones internas en el PSOE". Tantas que el expresidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, también condicionó su continuidad en este cargo --como ahora ha hecho Guillermo Fernández Vara, que anunció ayer que dimitirá si el almacén nuclear se instala en Extremadura-- a la paralización de la puesta en marcha de la central nuclear de Valdecaballeros. Así lo confirma el que por entonces fue su consejero de Industria, Antonio Rosa, que explica que en aquel momento no se hicieron "declaraciones grandilocuentes", pero el dirigente extremeño sí advirtió a su partido que se marcharía si en la región comenzaba a funcionar una segunda planta.

Hay que recordar que, poco después de llegar al poder, el PSOE aprobó la moratoria nuclear, por la que se paralizó la construcción de cinco reactores: dos en Valdecaballeros, otros tantos en Lemóniz y un segundo en Trillo II (Guadalajara). "Aquello ya supuso grandes tensiones internas en el PSOE, hubo muchos debates hasta que se consiguió que se cumpliera el programa de 1982", recuerda Rosa.

Algo que siguió ocurriendo incluso después de la moratoria, por las presiones de ciertos grupos económicos y, principalmente, las eléctricas que habían invertido en la construcción de las centrales (la de Valdecaballeros ya estaba a más de la mitad). Este fue el escenario en que el entonces presidente extremeño decidió plantarse y transmitir a su homólogo a nivel nacional, Felipe González, que no contara con él si la región tenía que asumir el riesgo de una segunda central.

No obstante, desde el PSOE extremeño matizan en la actualidad que esto no supuso adoptar una postura antinuclear, sino que se entendió que --como se alega ahora-- Extremadura ya cubría su cuota de solidaridad en política energética con Almaraz, así como que el peligro de Valdecaballeros se extendía sobre muchos cultivos. Así lo explica su secretario de comunicación, José Luis Lucas, quien destaca la coherencia que mantiene este partido con respecto a la candidatura de Albalá a albergar el almacén nuclear.

De la misma, Ibarra se reconoció ayer --tras reunirse con Vara-- "enemigo" ya que dijo mantener el lema de que "la mierda, para quien la trabaja" y defendió que las zonas a donde se dirige la mayor parte de la energía nuclear que se produce en España "se hagan cargo de la mierda". En cualquier caso, insistió en que su opinión "no importa mucho", a diferencia de la de Vara que, según dijo "tiene una posición totalmente cerrada en este asunto".