Pablo Iglesias desafió a Pedro Sánchez. Después de un discurso calmado y contenido, pese a los continuos reproches al presidente del Gobierno en funciones, el secretario general de Podemos cargó duramente contra la estrategia negociadora de los socialistas. «¿Qué nos han ofrecido ustedes?», le preguntó, visiblemente enfadado, al líder del PSOE para después apuntillar: «Explíqueselo, a la Cámara, a ver si es algo más que decorativo». Así, reprochó al jefe del Ejecutivo que no deje participar a los morados, supuestamente, en los ministerios de Interior, Defensa, Exteriores, Economía, Hacienda, Trabajo, Igualdad, Transición Ecológica y Ciencia, desde los que querían llevar a cabo medidas sociales.

Los asientos que podría ocupar Unidas Podemos en el Consejo de Ministros -siempre que se alcance un acuerdo- fue el asunto que copó gran parte del intercambio dialéctico entre ambos dirigentes y, tras una escalada de tensión, dejó uno de los puntos álgidos de la jornada: un Iglesias molesto que, guardando las formas pero elevando el tono, acusó a Sánchez de rechazar todas las propuestas planteadas para que dirigentes del partido morado ocupen carteras ministeriales. En este sentido, fuentes podemistas señalaron que el veto a Iglesias no era la única línea roja planteada por el PSOE y pusieron el acento en la negativa de los socialistas a ceder los ministerios sociales que componen actualmente el Ejecutivo.

«Quizás usted no quiere un Gobierno de coalición con nosotros porque quien quiere un Gobierno de coalición no propone un papel decorativo», le reprochó Iglesias a Sánchez antes de lanzarla una advertencia: «Somos una fuerza política modesta, joven, pero no nos vamos a dejar pisotear ni humillar por nadie». Con este escenario y a escasas horas de que los diputados se pronuncien por primera vez sobre la continuidad de Sánchez en la Moncloa, fuentes cercanas a la dirección morada explicaron que, si no cambia nada, el voto de Podemos en el pleno de este martes «no será un sí, y no es descartable el no».

No obstante, recordaron que las conversaciones entre la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, y el secretario de Acción Gubernamental de Podemos, Pablo Echenique, son continuas y que mantienen cierta esperanza de lograr un acuerdo satisfactorio para ambas partes antes del jueves, cuando tendrá lugar una segunda votación, en la que solo sería necesario más votos a favor que en contra. La propuesta de Sánchez de reformar el artículo 99 de la Constitución para facilitar la investidura cuando el partido ganador de las elecciones no aglutine los apoyos necesarios fue otro de los temas sobre los que pivotó la discusión. Una idea que, en opinión de Iglesias, revelaba una vez más el deseo del aspirante a la reelección de sacar adelante un Ejecutivo sin su socio preferente. «Disimule un poco», le dijo desde la tribuna con cierta sorna.

Una broma que vino acompañada de un aviso: «Hay mucha gente que podría pensar que lo que desea no es un Gobierno estable de izquierda sino que desea ser presidente a toda costa». Crítica que Iglesias aprovechó para censurar los mensajes de Sánchez a PP y Cs para pedir que facilitaran un Consejo de Ministros progresista.

De la mano del tercer asunto que trataron Sánchez e Iglesias se introdujo en la Cámara baja uno de los principales obstáculos a salvar para sacar adelante la coalición para los próximos cuatro años: Cataluña. La alusión del portavoz de En Comú Podem, Jaume Asens, al conflicto catalán y su petición de un gabinete que «castigue menos y convenza más» abrió un melón al que se sumó Sánchez y que remató Iglesias proponiendo «afrontar el conflicto de Estado desde el diálogo y no desde el derecho penal».

El jefe del Ejecutivo aprovechó para analizar, detalladamente, las «discrepancias» que existen respecto a este tema. «Compartimos un diagnóstico en parte», reconoció Sánchez antes de echar por tierra las coincidencias y hacer hincapié en las «distintas formas de resolver ese debate» que esgrime cada partido. Unas diferencias que asustan a los socialistas con la sentencia del procés en el horizonte y que Iglesias trató de calmar con la oferta de un documento que recogiera la predisposición de los morados a ser leales al PSOE en este asunto.