En unos pocos meses, las previsiones lusas para el tren de alta velocidad entre Lisboa y la frontera de Caya pasaron de la certeza a la duda y de ésta a la certeza. La primera certeza fue que Portugal, pese a reconocer que no habían andado muy diligentes, mantenía el 2010 como fecha de finalización de su parte del corredor que debe unir las capitales lusa y extremeña. La duda saltó cuando el ministro portugués de Obras Públicas, Mario Lino, hablaba ya de "explicar" la situación al Ejecutivo español. La segunda certeza fue casi inmediata: Portugal confirmaba que no acabarían en plazo.

Desde Figueira da Foz (noviembre del 2003) hasta la reunión entre el primer ministro luso, José Sócrates, y su homónimo español, José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa (abril del 2005) el mensaje fue el mismo: Portugal cumpliría su compromiso.

Pero en mayo se conocía un informe de la Rede de Alta Velocidade (RAVE), organismo público portugués responsable de los trazados de AVE, donde señalaba que el tramo desde Lisboa no podría estar listo hasta el 2013, y eso sólo en el caso de que las obras arrancasen en el 2007. Sin embargo, en el encuentro luso-extremeño de ese mismo mes, celebrado en la capital portuguesa, Lino confirmaba al presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que el tren de alta velocidad, en lo que a él le compete, estaría en el 2010.

Retraso confirmado

No habían pasado dos meses cuando el Gobierno de Portugal presentaba el Programa de Inversión en Infraestructuras Prioritarias (PIIP) cuyo horizonte es el 2009. En dicho plan se recogía una inversión de 1.500 millones para toda la red de alta velocidad, lo que supone el 10% del coste total. Incluso así, el ministro luso de Obras Públicas insistía en que confiaba en poder terminar a tiempo. Más clara se mostraba la secretaria de Estado de Transportes, Ana Paula Vitorino, quien hablaba ya de revisar las fechas pactadas con España.

Días después, se confirmaba oficialmente lo que era un secreto a voces: Portugal asumía que no podría finalizar el trazado en el periodo marcado, y daba la fecha del 2013 como nuevo horizonte de terminación.

Ni así se cerró este baile de fechas. Apenas encajado el aplazamiento, desde el otro lado de la Raya ya se empezaba a manejar como fecha de término el 2015, puesto que las obras no arrancarán antes del 2009.

El lado español

Por lo que se refiere al lado español, se está ahora en la fase de dudas . Así, mientras se mantiene en las declaraciones políticas el 2010 como año de conclusión del trazado Badajoz-Madrid, el proyecto de presupuestos estatales del 2006 ya desmiente estas certezas, indicando que al menos un tramo, el Navalmoral-Cáceres, no estará antes del 2011.

Mirando al vecino luso, no se puede decir precisamente que el tramo español haya cobrado ventaja: a estas alturas no sólo no han arrancado las obras, sino que ni siquiera hay proyectos, ni Estudios de Impacto Ambiental puesto que el Ministerio de Medio Ambiente, según ha confirmado su titular, Cristina Narbona, no está trabajando en ellos, porque el de Fomento aún no ha remitido la documentación.