La emisión de gases de efecto invernadero por parte de la industria extremeña ha vuelto a reducirse durante el último año y lo ha hecho de forma notable: con un descenso del 23% respecto al 2008. Sin embargo, el logro no se debe tanto a la conciencia ambiental de las empresas como al impacto de la crisis económica sobre su actividad: a menor demanda, menor ritmo de fabricación y menores emisiones.

Según los datos finales del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, las 20 instalaciones industriales de la región obligadas a controlar y notificar sus emisiones de gases contaminantes arrojaron a la atmósfera 862.371 toneladas de este tipo de sustancias durante el 2009. Comparado con el año anterior, son 255.000 toneladas menos.

Este es el segundo descenso consecutivo registrado en Extremadura --en el 2008 las emisiones disminuyeron en 54.000 toneladas (un 4,6% en relación a los datos del 2007)--. Pero ahora hay dos aspectos a destacar: por un lado, la bajada es ostensiblemente mayor y, por otro, el descenso es superior en la región que en el conjunto del Estado --la industria española generó en 2009 más de 136,9 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) y gases similares, un 16% menos que en el periodo 2008--.

El Gobierno reconoce que el impacto de la crisis ha sido clave en esta evolución. La Secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, ha apuntado hacia los descensos de demanda energética y de producción industrial como detonantes principales, aunque también subraya el "fuerte crecimiento" de las energías renovables en la producción eléctrica. No en vano, las energías verdes han incrementado en un 17% su aportación al sistema eléctrico. Esto supone menor actividad para fuentes energéticas como las centrales de ciclo combinado y las plantas de carbón, dos tipos de industrias que son responsables del 40% de las emisiones de efecto invernadero en España.

La demanda eléctrica cayó un 5% el año pasado a nivel nacional. Sin embargo, esta explicación no sirve justificar el descenso de emisiones en Extremadura. Según Iberdrola, la demanda de electricidad en la región apenas ha experimentado cambios en los últimos 12 meses. Por tanto, la clave está en el descenso de la actividad industrial, sobre todo en los subsectores ligados a la construcción.

CEMENTERA Y SIDERURGICA En este sentido, destacan las empresas del Grupo Alfonso Gallardo. Su cementera, que produce más de la mitad del CO2 industrial generado en la región, ha arrojado a la atmósfera 471.000 toneladas de gases contaminantes durante el 2009. Son 216.850 toneladas menos que en el año anterior. Y Siderúrgica Balboa ha pasado en un año de emitir 148.000 toneladas a 124.000. Por tanto, entre las dos plantas aglutinan casi el 95% de la reducción de emisiones de la industria extremeña (255.000 toneladas menos). Estos importantes descensos están motivados por el menor volumen de trabajo, un impacto de la crisis reconocido por el propio Grupo Gallardo, que de hecho ha aplicado expedientes de regulación de empleo (ERE) temporales en algunas de sus empresas ante la caída de actividad.

También es cierto que las empresas de Alfonso Gallardo están llevando a cabo proyectos para la reducción y el control de sus emisiones: sistemas de vigilancia directa, uso de combustibles alternativos y proyectos científicos como la producción de algas in situ que absorben CO2 y pueden utilizarse para producir biocarburantes.

Pero no solo el Grupo Gallardo ha experimentado un descenso de actividad y emisiones. También lo han hecho, aunque en menor medida, las cerámicas Arco de Cáparra (Guareña), Nuestra Señora de Belén (Cabeza del Buey) y Eurocerámica Sánchez Palomero (Carcaboso); así como la fábrica de ladrillos y termoarcilla Tabicesa (Valdivia), la estación de comprensión de Enagas en Almendralejo y la fábrica de vidrio Barbosa & Almeida, de Villafranca. Desde Enagás corroboran que el descenso en su planta extremeña viene motivado por la caída de la demanda de gas y, por tanto, el menor funcionamiento de la estación. Aunque también destacan que la compañía ha implantado un plan de ahorro y eficiencia energética que incluye la obtención de electricidad aprovechando la energía térmica residual de las turbinas de la planta.

El resto de instalaciones de la región, que fundamentalmente son industrias alimentarias --sobre todo conserveras--, han aumentado ligeramente sus emisiones (ver gráfico de la página siguiente). "A mayor consumo de combustible, mayor número de emisiones. En nuestro caso, las emisiones han aumentado debido al incremento de la producción en casi un 50 % respecto al 2008, a que se han ampliado las instalaciones, y porque se ha montado una caldera de combustión más", contando con tres, explica Míriam Masa, responsable de Laboratorio, Calidad y Medioambiente de Tomalia. "Las emisiones son directamente proporcionales a la producción; a más tomate trasformado, más emisiones. Y el año pasado fue extraordinariamente bueno", corrobora Eduardo Fernández, de Tomates del Guadiana, conservera que para mejorar su eficiencia cambió el fuel por el gas natural como combustible.